Italia agita el paro de Ryanair en España

j. romero | p. hernández | m. c. VIGO, SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

M. Moralejo

Peinador fue el aeropuerto gallego más afectado debido a la cancelación inesperada de la conexión con Milán; en todo el país se suspendieron 29 vuelos de manera imprevista

26 jul 2018 . Actualizado a las 17:47 h.

Ryanair no puede continuar perdiendo credibilidad entre sus usuarios. Por eso, la compañía quiso minimizar los trastornos provocados por el paro convocado para ayer y hoy por los tripulantes de cabina de España, Portugal y Bélgica que anuló en todo el país un total de 400 vuelos durante ambos días. Para garantizar unas jornadas exentas de incidencias reseñables, la compañía había reubicado (o comenzado las gestiones para reingresar el dinero de sus billetes) a todos los afectados. Pero la huelga de 24 horas convocada por sus pilotos en Italia -que se sumó a la de tripulantes- agitó ayer un escenario que se preveía tranquilo. Y es que el rebote italiano obligó a suspender de modo inesperado 22 vuelos programados que tenían como destino o salida ese país mediterráneo. Al cierre de esta edición, según Fomento, no habían operado en toda España un total de 29 conexiones que estaban previstas (el sindicato USO contabilizaba 24).

La huelga italiana también tuvo eco en el aeropuerto de Peinador, en Vigo. El vuelo a Milán-Bérgamo que tenía previsto despegar a las 10 de la mañana para llevar a sus 189 pasajeros hasta aquella ciudad, no salió. La compañía avisó al pasaje una hora y media antes. «A las ocho ya estábamos aquí, en Peinador, y ningún pasajero había recibido nada, llegamos a pensar que volábamos, pero a las 8.30 recibí un correo electrónico avisando de la cancelación, cuando, por ley, tienen la obligación de comunicarlo con 72 horas de antelación», relata Carlota Rey, una joven que acaba de aprobar unas oposiciones e iba a Sicilia de vacaciones con su novio. Para llegar a su destino, reorganizó a la fuerza su escapada, tuvo que volar a Madrid, luego a Roma y por último a Palermo.

Óscar Vázquez mantiene un discurso idéntico. Junto a su mujer y sus dos hijas, madrugó bastante para desplazarse a Vigo desde A Coruña. «Poco después de las ocho, a diez minutos de llegar al aeropuerto, me llegó un SMS notificando la cancelación. Lo que no entendemos es el motivo de demorar la notificación a los pasajeros; así no podemos organizarnos con tiempo y la situación empeora más». Óscar tuvo que desembolsar 858 euros para comprar en Air Europa cuatro nuevos billetes de avión para llegar a Italia. «Esperemos que al menos nos den la indemnización de 600 euros, aunque seguiríamos perdiendo dinero. El billete de vuelta no coincide con fecha de huelga, así que esperamos regresar sin complicaciones», dice.

Los pasajeros que viajaban en el otro vuelo de Ryanair de la mañana tuvieron mejor suerte, aunque también pasaron la noche en vilo por temor a que llegase la notificación de cancelación. Pero la compañía, atendiendo a su obligación de mantener servicios mínimos -que ha respetado-, decidió autorizar el despegue del vuelo a Edimburgo previsto para las 11.30. Mientras salía, en el punto de atención que la compañía irlandesa tiene en Peinador, los empleados atendían a los pasajeros sin ofrecer más ayuda que la mera tramitación de sus reclamaciones. «No podemos dar información, no la tenemos, solo podemos ayudar en trámites o reubicar a pasajeros en vuelos de otras compañías», explicaba un operario, que reconocía que su propia empresa les notificó la suspensión del vuelo a Milán también con una hora de antelación. Incluso hubo usuarios a los que ni llegó la notificación. Es el caso de una ourensana que cuenta su fiasco: «Me dejaron facturar sin problema, hasta que me dieron la tarjeta de embarque. Y, claro, vengo desde Ourense pensando que volaba y llego a aquí y me veo sin vuelo. Total, que vine para nada. Dinero y tiempo perdidos».

Más calma en Santiago

En cambio, en Lavacolla, la única base que tiene Ryanair en Galicia, la primera jornada de huelga fue mucho más tranquila. La plantilla que se halla en protesta hizo una concentración en la zona de salidas del aeropuerto. La mayor parte de los trabajadores vestían ropa negra, con camisetas en las que se leía No show [ausente], y repartían pegatinas con el lema Rights at Ryanair [derechos en Ryanair]. En Santiago son 20 tripulantes con base en Lavacolla y todos apoyan la huelga. Solo faltaban los que estaban volando para cubrir los servicios mínimos. En los panfletos explicaban el por qué del paro: «No tengo mutua de accidentes de trabajo. Si no avasallo a los pasajeros con ventas, me expedientan. No puedo pedir una hipoteca en España, porque cobro la nómina en Irlanda. Exijo que Ryanair cumpla con la ley de los países en los que opera y las sentencias de la Unión Europea»: Son solo algunos de los argumentos de sus demandas. Dicen que hasta la noche anterior no sabían qué vuelos de ayer iban a considerarse como servicios mínimos. Finalmente, de Santiago despegaron tres aviones: uno a Madrid, uno a Londres y otro a Lanzarote.

Los trabajadores a los que les tocaba hacer guardia en el aeropuerto también se enteraron en el último momento de que la compañía no reconocía esta actividad como servicio mínimo. Por ello, también secundaron la huelga de una manera activa. En los servicios que despegaron en esta primera jornada de paro, las tripulaciones apoyaron desde el aire a sus compañeros que se quedaron en tierra. En el vuelo que partió de Madrid y aterrizó en Santiago no hicieron el pase de los carritos de comida ni de perfumes y demás productos que la aerolínea pone a la venta durante los trayectos. Pese al paro, Ryanair no cesa en sus amenazas. Ayer avanzó que podría despedir a 100 pilotos y 200 trabajadores de cabina solo en Irlanda. De hecho, sus pilotos en ese país también anunciaron un nuevo paro de 24 horas para el próximo 3 de agosto.