Galicia se prepara para el huerto del futuro

Mila Méndez Otero
Mila Méndez REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Mila Méndez / Marco Gundín

Los cultivos clásicos, como patata y maíz, dan paso a frambuesas, olivos o avellanos

09 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Tenía dos opciones. Dejar el terreno «baldío» o decidirse a plantar algo. Con un viejo olivo familiar presidiendo la finca, Elvira Blanco Rivadulla, agricultora de A Estrada, quiso arriesgar. Aunque contó con la ayuda de un plan de la Xunta, el proyecto Cernes, la mayor parte del gasto corrió a su cargo. Las 800 oliveras empiezan a dar su fruto cuatro años después. Plantadas en superintensivo, ocupan un espacio de 6.000 metros cuadrados. El otoño pasado sacaron solo cinco litros de aceite. Este mes de noviembre esperan hacer algo más. «Cada ano estamos máis ilusionados. Loxicamente, queremos ter resultados. Traballar por traballar non vale a pena. Aínda que só sexa para consumo familiar», confiesa.

La apuesta de Elvira, miembro de la Asociación de Productores de Aceite y Oliva de Galicia, puede acabar siendo un acierto. Vive muy cerca de la parroquia estradense de Olives. Un topónimo que para Carmen Martínez, científica del CSIC, no es casual. «Incluso a Vigo le dicen la ciudad olívica», destaca. La investigadora, que dirige el Grupo de Viticultura de la Misión Biológica de Galicia, en su día artífice de la D.O. Rías Baixas, busca dar con el ADN del olivo autóctono.

«Primero, tenemos que asegurarnos de que los de aquí son realmente diferentes -explica-. Se recogieron muestras de 50 ejemplares centenarios». Martínez pronostica un éxito: «hemos identificado ocho variedades y no paran de llamarnos empresas que quieren plantar». ¿Serán viables estos árboles que relacionamos con latitudes meridionales? La científica está convencida de que sí. «La provincia de Ourense, la de Pontevedra y el sur de Lugo son zonas idóneas», indica. De hecho, recuerda, los árboles de la aceituna fueron una parte importante de nuestro paisaje hasta que, de pronto, dejaron de plantarse.

Hay quien culpa de ello al Conde-Duque de Olivares, responsable del impuesto que penalizó aquí su producción para fomentarla en otros puntos de la Península. Pero no es el único árbol que cayó en el olvido.

Avellanas de buena calidad

«Todo o mundo coñece unha finca na que hai unha nogueira que leva alí toda a vida», apunta Pedro Álvarez, director de Operaciones de El Nogal. La empresa gallega colabora con varias plantaciones experimentales. En A Estrada, hay varias de avellanos. «Crecen de xeito espontáneo e sen grandes coidados», asegura Alfonso Uzal, vecino del ayuntamiento y uno de los miembros de la Fundación Desarrollo Produto Ecolóxico de Galicia, que también participa en el proyecto.

«De momento deron pouco froito, pero de boa calidade», valora Álvarez. Los pistachos plantados van un poco más despacio y con lo que tienen más dudas es con los almendros. «En Galicia fomentáronse cultivos como a vide. Iso non quere dicir que non poidan darse os froitos secos. Cremos que poden ser unha fonte de ingresos moi razoable no futuro», aventura. También predice cifras: «O rendemento neto andaría entre os 1.500 e os 3.000 euros por hectárea».

En Silleda, donde la ganadería manda, Rosendo Estévez mantiene que sus fresas no tienen nada que envidiarle a las de las plantaciones andaluzas. Copropietario de la empresa Trasdeza Natur, también tiene grosellas, frambuesas o arándanos. «Vendemos en fresco e agora imos a deshidratar. Así podemos comercializar fóra de tempada», explica Rosendo.

«Aquí sempre se están a queixar do baixo prezo do leite. Hai máis posibilidades. Non para vivir disto, pero si como complemento». El bajo rendimiento de clásicos como la patata o el maíz puede ser un empujón para muchos agricultores. ¿Y el calentamiento global? «Tengo mis dudas sobre si se va a asentar un clima seco. Si eso sucede, sería bueno para unas producciones, pero malo para otras. Las variedades autóctonas de olivo están acostumbradas a las condiciones actuales», advierte la directora de Viticultura del CSIC en Galicia.