Aquí los goles se los comen con patatas

Rita Á. Tudela LONDRES

SOCIEDAD

GEOFF CADDICK | AFP

Un millonario, antiguo «hippy», crea el primer club de fútbol vegano del mundo

14 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El modesto equipo Forest Green Rovers celebró hace pocas semanas un ascenso a la cuarta división del fútbol británico, pero lo que más titulares está despertando es su transformación para pasar a ser el primer club profesional que se declara ecologista y vegano tras 128 años de historia. En Nailsworth, una pequeña localidad de 6.000 habitantes a medio camino entre las ciudades Bristol y Gloucester, muchos todavía no terminan de creerse la revolución que ha supuesto la llegada del multimillonario Dale Vince para hacerse cargo de una sociedad que pasaba por una mala etapa económica. Este antiguo hippy, que se hizo rico con la empresa Ecotricity, una compañía de energía renovable con la que obtuvo una fortuna de 100 millones de libras, tiene claro que su mensaje de que «otro mundo es posible» no es incompatible con el fútbol.

En la cocina está Em Franklin, la chef del club: «No es difícil aportar a los atletas los nutrientes que necesitan y especialmente las proteínas», asegura, mientras prepara el plato del partido: un curry con guisantes. Los jugadores y todo el personal del equipo siguen una estricta dieta vegana y no hay productos de origen animal de ningún tipo a la venta el día del encuentro. «El Kun Agüero dice que durante la temporada es solo vegano. Si esto funciona con uno de los mejores jugadores del mundo, también debería servir para nosotros», defiende Vince. A su lado está Mark Cooper, entrenador del equipo y uno de los que ha pasado a ser defensor de la dieta vegana, pero que reconoce la rareza de la práctica e incide en que pasa a ser un punto crucial a la hora de cerrar nuevos fichajes: «Soy honesto con ellos. Les digo, mira, no vengas aquí y esperes pollo y huevos después del entrenamiento. Somos veganos. Y somos veganos si estamos en un hotel antes de un partido», dice, comentando que si fichan a un jugador que lleva comiendo pollo los últimos 15 años, tiene que saber que pasará a comprárselo él o a comer patatas, judías y pasta.

En el New Lawn, el pequeño estadio del Forest Green, para los aficionados solo hay patatas fritas, pastelitos y cerveza vegana. La carne está prohibida y ya se despidieron de las hamburguesas de cerdo y del fish and chips. Pero la nueva política implementada en el 2010 no queda ahí: también riegan el césped con agua reciclada, pintaron las paredes con pintura de origen natural y la energía procede de los paneles solares ubicados en el techo del estadio.

Las camisetas verdes del equipo, lejos de llevar un patrocinio millonario de una empresa o un banco, lleva el logo de la oenegé Sea Shepherd, que trabaja en la protección de los océanos. «No me veo como un empresario; soy un defensor del medio ambiente», asegura Vince, de 53 años, que construyó su primer aerogenerador en 1990, cuando vivía en su camioneta en una zona próxima al estadio. Adam Witchell, el encargado del césped, explica cómo un robot se encarga de cortarlo con energía solar y eólica: «Hay un cable que corre alrededor del terreno de juego, por lo que tiene un perímetro, lo corta todo en tres días y si alguna vez hay un problema y se queda atascado, envía un texto a mi teléfono para decírmelo».

El sueño de Vince es que el club ascienda a segunda división y trasladarse en tres o cuatro años a un estadio construido totalmente en madera, fruto de un diseño del gabinete de Zaha Hadid, y que además acogerá un parque con una incubadora de pequeñas empresas verdes.