Los trasplantes han dado una segunda oportunidad a más de 7.000 gallegos

r. d. seoane A CORUÑA / LA VOZ

SOCIEDAD

Las negativas familiares a donar, que doblan la media estatal, son el caballo de batalla de los trasplantes en Galicia, que durante más de tres decenios ha salvado a miles de gallegos

16 abr 2017 . Actualizado a las 08:37 h.

Cuando el día a día derrota entre noticias de terror, horror y error que pintan una sociedad de futuro incierto cada vez más ajena al de al lado, muy cerca se puede palpar que no es así. Al menos no siempre. Tras tres décadas largas desde que los trasplantes llegaron a Galicia, ya todo el mundo conoce a alguien que vive gracias a la solidaridad más generosa: la del anónimo capaz de superar al dolor de la muerte para dar. A un desconocido.

Más de 7.200 gallegos han conocido lo que es una segunda oportunidad de verdad. «Sin donante, no hay trasplante» fue un mantra de aquellos médicos que, entre la osadía y la valentía, se atrevieron en 1981 a negarse a que los gallegos, en el mejor de los supuestos, tuviesen que emigrar también para salvar sus vidas. En el último año, en la comunidad se realizaron el 7,5 % de todos los trasplantes de órganos de España y en esta tierra esquinada y envejecida se encuentra un centro, el Hospital A Coruña, que año tras año se sitúa entre los de mayor actividad de todo el Estado, capaz de batir récords solo alcanzados en capitales de mayor población y recursos. Como llevar a cabo diez de estas operaciones vitales en apenas 24 horas.

«Hoy por hoy, los gallegos tienen el doble de probabilidades de ser trasplantados que el resto de los españoles», insisten desde el Chuac, donde, también desde hace años y de acuerdo con el Chus y la Axencia de Doazón hacen quiebros a la muerte buscando salidas a la creciente escasez de órganos derivada, en parte, de que los avances médicos y sociales han logrado cambiar el perfil del donante. Hace ya tiempo que no son los jóvenes que se dejan la vida en el asfalto y hoy la edad media del que cede sus órganos supera los 60 años, con un 30 % de más de 70. Las unidades de cuidados intensivos son ahora el escenario donde se decide la solidaridad cuando la muerte es cerebral, pero también los servicios de urgencias y la propia calle, donde los profesionales tratan de convertir corazones parados en nuevos alientos para otros. La donación en asistolia es una de las vías para hacer frente a una demanda que no cesa, junto al donante vivo que cede uno de sus riñones, camino este en el que Galicia también lidera los ránkings nacionales, con 248 casos desde el 2001.

Pese a todos esos esfuerzos y con una tasa de 39,1 donantes por millón de habitantes frente al 43,4 de España, Galicia tiene otra puerta cerrada que, de abrirse, bastaría para reducir al mínimo esa lista de desespera de quienes viven pendientes de la aparición de un órgano. Atada todavía al atavismo del culto a la muerte, la comunidad registra uno de los índices más elevados de negativas familiares a donar, que duplica la del resto de nuestros vecinos: tres de cada diez en el último año.

La ley establece un consentimiento presunto, todos somos donantes salvo si en vida expresamos lo contrario, pero en el momento final se pregunta a la familia. Su decisión marca la diferencia, para otros, entre vivir o sumar una muerte más.

Dos períodos de tres días sin nadie pendiente de la aparición de un corazón

Todos los órganos son importantes, sobre todo porque, salvo en el caso del riñón por la alternativa de la diálisis, son únicos y vitales. Por la generosa cesión de uno de ellos esperan cada día, y muchos días en la mayoría de los casos, una media de 340 personas en Galicia.

La solidaridad del conjunto de la sociedad ha permitido que, recientemente, en la lista de espera de trasplante cardíaco en Galicia se produjese un hecho inusitado para la mayoría de los profesionales que trabajan en la organización. «Llevo desde el 2005 en esto y nunca nos había pasado», subraya Fernando Mosteiro, de la coordinación de trasplantes del Chuac. «Estuvimos tres días sin nadie esperando un corazón, se incluyó a un paciente el 22 de marzo, a los tres días se trasplantó, volvimos a quedar sin lista, y el día 28 volvió a incluirse a otro enfermo». Lo normal, es que en esa nómina de tiempo limitado si no aparece un latido de recambio figuren entre cuatro y seis personas.

La explicación de lo ocurrido la da el jefe de Cirugía Cardíaca del centro coruñés, que en el 2016 fue el hospital de España, con La Fe de Valencia, que más implantes cardíacos practicó, 29, y que ha empezado el 2017 con intensidad redoblada. «Casi la mitad de los órganos nos vinieron de fuera de Galicia», indica José Cuenca. No significa eso, no obstante, que la comunidad solo cubra la mitad de sus necesidades cardíacas, ya que la emergencia es la que marca el destino de la donación y no siempre coincide en el tiempo la aparición del órgano con que el paciente que más lo necesita sea gallego. Aún así, «sí somos un poco deficitarios -lamenta-, sin negativas familiares a donar no lo seríamos».

Para dar alternativas mientras no llegan esas piezas vitales, el centro es también de los contados de España que tiene en marcha un programa que técnicamente se denomina asistencia ventricular de larga duración, en lenguaje más coloquial, corazón artificial. Un paciente ya ha sobrevivido 15 meses con él hasta la llegada del trasplante y en la actualidad hay otros tres, de Vigo, Malpica y Culleredo, que han encontrado en este corazón a pilas la única alternativa, quizás definitiva, para seguir respirando.