En esta locura seriéfila que va desde Juego de Tronos a Homeland pasando por House of Cards iniciarse en otras ficciones made in Spain tiene su aquel desconcertante. Es imposible que te arrastren a esos niveles de adición de las americanas e inglesas que te llevan a ver de una tacada tres capítulos, pero dan cierto juego. El último, desde luego, es inquietante. Porque se bate en la lucha imposible entre crítica y audiencia, aunque no se sabe muy bien aún cómo puede acabar. De una lado, Antena 3 ha estrenado Bajo sospecha, y ha dado en el clavo con esa tendencia ahora en auge de guion centrado en la misteriosa desaparición de una niña y toda la familia implicada. Un toque televisivo muy Broadchurch y guiños a un reciente caso mediático de todos conocidos que, por supuesto, engancha. Del otro, TVE ha dado un golpe de efecto con la salida de una serie original, El ministerio del tiempo, para competir el mismo día, que ha descolocado a los espectadores. Por extraña y arriesgada. Y ahí andamos, a falta de un capítulo más, para aclarar si lo que ha apostado la crítica se aplaude. Está en ese límite que se puede escurrir de las manos, pero su estreno ha sido una alegría. Es buena, distinta y con destellos de humor. Pero abrir puertas al pasado para detener nuestro destino histórico es más que una aventura de un capítulo. Ojalá aguante otro más.