Reprueban el límite de dos kilos y avanzan «serios problemas de aplicación»
09 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.«No hubo consenso», resume José Luis Tomé, secretario de la Federación Galega de Micoloxía, cuando se refiere al Decreto 50/2014, publicado en el DOG el 7 de mayo y que regula por primera vez la actividad micológica en Galicia. La institución carga contra la norma, pues considera que llega «tarde» respecto a otras comunidades que la aplican «desde hace 20 años». Además, sus responsables lamentan que la Xunta no les haya citado «ni que se haya celebrado reunión alguna» con ellos para «consensuar propuestas». Si hubiese habido consenso, «en el decreto se establecería, como pedía la Federación, la expedición de un carné de setero para identificar al recolector y el tipo de aprovechamiento», apunta Tomé.
Los micólogos van más allá y avanzan «serios problemas en la aplicación de la norma» por la particularidad del monte gallego, pues «el 98 % está en manos privadas», a diferencia de otras comunidades. En Salamanca, por ejemplo, se han regulado miles de hectáreas de espacio público para recoger setas. En Galicia no se puede hacer. El problema es que el decreto «deja en manos del propietario» la posibilidad de acotar la actividad. Si él no quiere, aunque su terreno esté sin cuidar ni vallar, no se puede entrar a recoger hongos. Le basta con justificar el autoconsumo. «Es decir -explica Tomé-, si acredita la recogida de 20 kilos al año ya puede impedir a otros la actividad, y no parece razonable». El asunto no tiene duda cuando el dueño ha vallado o existe una actividad real.
Otro caballo de batalla de los expertos es el tope de recolección, que Medio Rural fija en dos kilos por persona y día. Creen que de poco sirve controlar a los aficionados el domingo «si no se regula también la extracción comercial», para la que no hay un límite claro. «Conozco gente en Verín que recoge 400 o 500 kilos de boletos el fin de semana para empresas de Zamora», advierte Tomé.
A su juicio, también se deberían haber restringido más las especies de escasa presencia (un kilo como máximo) y, en cambio, haber permitido «hasta cuatro kilos de setas de gran porte, como los boletos». De lo contrario, la jornada en el monte se acaba en cinco minutos, en cuanto se cogen seis ejemplares grandes. Sí está de acuerdo la Federación con la Xunta en la imposición de multas, aunque con cierta transigencia, pues «no tiene sentido llevarse al campo la báscula». También en que no se usen bolsas de plástico.
A estas críticas, Medio Rural replica que «se teñen escoitado todas as propostas, opinións e suxestións» de los diferentes colectivos, y que se han celebrado «varias reunións» para poner en común «os distintos puntos de vista» para lograr «un equilibrio» entre las organizaciones micológicas y los propietarios de los montes. El decreto permite que los aficionados recolectores de setas «podan saír ao campo con garantías», pero también «con límites, xa que o dereito de recollida non pode estar por enriba do dereito de propiedade privada».