¿Qué hacemos con Froilán?

Juan Lojo

SOCIEDAD

El nieto mayor de don Juan Carlos sigue sin pasar por al aro

28 sep 2014 . Actualizado a las 11:06 h.

Una fuente próxima a Jaime de Marichalar, exmarido de la infanta Elena, trata de quitarle hierro a los problemas que Froilán le está causando a la pareja y, por extensión, a la Familia Real: «Es un chaval muy inquieto, respondón, podría decirse que maleducado; y todo ello producto, en parte, de los problemas que han tenido sus padres y también en cierta medida de que ha sido un niño muy consentido que llegó un punto que solo le hacía gracia a don Juan Carlos». Esta misma fuente apunta que el chaval, de quince años, ha heredado el carácter «de los Borbones» aparte del gran parecido con el rostro de su madre. Curiosamente, este es el único aspecto (tal y como se pudo comprobar en la foto de felicitación de las últimas Navidades) en el que podría decirse que Pipe guarda semejanza con su hermana pequeña, Victoria Federica, que en los últimos años ha vivido a la sombra de las travesuras del primer nieto que tuvieron los reyes: buena estudiante, con una personalidad tímida y mucho sentido de la responsabilidad. Es la sobrina favorita de Doña Letizia, a la que se lanzó en brazos durante su último encuentro, en el Palacio de Marivent.

El último (¿o quizás ya penúltimo?) quebradero de cabeza para doña Elena y Jaime de Marichalar ha llegado dentro de un sobre, el que traía las notas de septiembre. Una sensación de dejá vu debió recorrer la piel de uno y otro: Froilán volvió a suspender, menos inglés y gimnasia, todas las asignaturas de segundo de la ESO que ya repetía, y el colegio les recordaba que no había tercer intento posible. Tras barajar la posibilidad de internarlo en un centro del Reino Unido, finalmente será un exclusivo centro ubicado en Sigüenza, donde ya pasó el verano en régimen de internado, el encargado de enderezar el rumbo de Froilán. Él, mientras tanto, no parece muy preocupado por el lío que ha montado a su alrededor, quizás porque ya está acostumbrado a que los ojos de la opinión pública estén fijados en él. Desde el disparo que se propinó, por error, en un pie (las enfermeras aún recuerdan su «insufrible» paso por el hospital) hasta los desplantes a los fotógrafos -peineta incluida- en sesiones oficiales, pasando por su trabajo de relaciones púbicas en una discoteca o por sus charlas a través del móvil en plena proclamación de Felipe VI, Froilán se ha colocado en el centro de la diana. Hace unos días se le podía ver en un Starbucks de Madrid, junto a una chica y sin guardaespaldas, a la espera de entrar en el Palacio de los Deportes para ver un partido de baloncesto.

Otoño caliente

Pero a Froilán le espera un otoño caliente: el colegio episcopal de la Sagrada Familia de Sigüenza, popularmente conocido como el Safa, en el que ha sido matriculado, no tan solo es uno de los más prestigiosos de España por sus instalaciones (aunque cuenta con servicio de cátering, piscina, rocódromo y tres campos de fútbol, entre otros) sino por su alto nivel de exigencia y la rigidez de sus normas. De las nueve de la mañana a las once de la noche, cuando se apagan las luces, todo está calculado al milímetro. La puntualidad es la norma, no se permiten las visitas de familiares durante la semana y las llamadas de teléfono están restringidas. Por descontado, los móviles y los reproductores de música están prohibidos. El patio recuerda al de una cárcel. En 1952 empezó a funcionar como colegio y, desde entonces, por sus aulas han desfilado cerca de los 30.000 alumnos; entre otros un hijo de Serrat, Queco, y el escritor Daniel Múgica, hijo de Enrique Múgica, exministro socialista. Este verano, el hijo mayor de Marichalar (que también estuvo allí un verano) y doña Elena tuvo que estudiar durante seis horas al día. Los resultados y los 1.450 euros que costó la experiencia no se reflejaron en septiembre, quizás porque no fue tiempo suficiente para que la dura vida que allí se exige (la austeridad y el espíritu de sacrificio son, según la propaganda que hace el colegio, los pilares de la educación que imparten) le hiciese cambiar, pero sus padres confían en que su rebeldía no se va a prolongar eternamente y que este fracaso le va a hacer reflexionar.

un segundo plano

Quizás el discreto segundo plano al que están pasando los parientes de los actuales reyes ayude a que Froilán, lejos de los grandes focos, pueda reencaminar su vida. En las últimas semanas, tras la proclamación de Felipe VI, tanto don Juan Carlos y doña Sofía, como doña Elena (y, obviamente, doña Cristina) están siendo reubicados en una agenda al margen de las tareas oficiales de la Familia Real, solo en encargos menores y sin retribución alguna que autoriza el nuevo rey, quien a partir de enero también decidirá la asignación económica de cada uno. Unos secundarios de lujo. A la hija mayor de los reyes, que vive del sueldo que cobra por su trabajo en la Fundación Mapfre, se la ha retirado su secretario, Carlos García Revenga -algunos apuntan que por decisión directa de Doña Letizia, deseosa de ir eliminando personal que recuerde a otras épocas tristemente recordadas en la familia: «¡Revenga parecía un infante más!» asegura dicha fuente- mientras que a Don Juan Carlos se la ha acondicionado un despacho en el Palacio Real, aunque sigue viviendo en las mismas estancias de La Zarzuela porque su hijo ya está instalado en un edificio anexo dentro del recinto. En teoría, las infantas y sus hijos tendrán a partir de ahora un peso y unos privilegios similares a los que puedan tener los sobrinos de Don Juan Carlos y sus hermanas. Un experto en asuntos reales pone un ejemplo: sería como pasar de tener un coche oficial con escolta y conductor a disfrutar tan solo de un automóvil con derecho a mecánico». De momento, Froilán se queda sin su móvil en clase.