Te quiero un riñón

Jorge Casanova
JORGE CASANOVA VILAGARCÍA / LA VOZ

SOCIEDAD

MONICA IRAGO

El trasplante entre vivos se multiplica destapando historias de amor enormes

07 sep 2014 . Actualizado a las 11:45 h.

Escuchando la peripecia de Manuel, solo se puede pensar que se trata de un hombre sin suerte. Diabético desde niño, la medicación para controlar su tensión arterial le machacó los riñones y lo envió a diálisis; un pisotón desafortunado a un clavo le provocó una infección que le costó la amputación de un trozo del pie en principio y de la pierna entera después; una apendicitis mal diagnosticada estuvo a punto de enviarlo al otro barrio, camino que emprendió, por una u otra razón, varias veces... Manuel, de 41 años, nacido en Catoira y vecino de Vilagarcía, tiene una larguísima historia de desgracias. Pero frente a todas ellas, alberga una gran suerte que le ha compensado sobradamente todas esas cartas marcadas que le envió el destino: tiene a Puri, su mujer.

«El primer día que lo enviaron a diálisis ya me avisaron de que iba bastante mal. Ese mismo día pedí que nos bajaran a quirófano, que yo le daba un riñón. Pero la doctora me dijo que no era tan sencillo». Así que la decisión de donar no supuso un gran dilema para Puri. «Yo no quería -interviene Manuel- por lo que le pudiera pasar a ella». Por si les quedaba alguna duda, el periodo de hemodiálisis que soportó Manuel, que soportaron ambos, acabó por decidirlos. «Vivía solo para la hemodiálisis. Es algo inhumano. No se lo deseo a nadie».

Así pasaron casi un año y medio. Un infierno. Estuvieron en lista de espera para un trasplante que no acababa de llegar y que precipitó la donación de Puri. Y hasta ahí se manifestó la mala suerte porque lo que en un principio parecía compatible obligó a efectuar una plasmaféresis inesperada. Hubo más problemas. Una mala cicatrización que requirió una nueva intervención; la posterior amputación de la pierna y el grave episodio de la apendicitis que tan cerca estuvo de arruinarlo todo. Sin embargo, y por encima de todo eso, el riñón de Puri comenzó a trabajar en el cuerpo de Manuel, a darle vida y un futuro distinto para los dos.

Cambio radical

En realidad, Puri no llegó a estar ni una semana ingresada en el hospital de A Coruña. Manuel estuvo casi siete meses por todas las complicaciones que surgieron. Casi dos años después Puri no ha notado aún ninguna diferencia en su cuerpo, pero si se le pregunta por los cambios en su vida, la diferencia es del cien por cien: «Ahora disfrutamos. Antes no teníamos vida. Así que si me pregunta si valió la pena, le contesto que rotundamente sí. Y lo volvería a hacer».

La historia de Manuel y Puri no es exclusiva. Se repite constantemente; una consecuencia del descenso de las muertes en carretera que ha obligado a que los trasplantes de hígado y riñón entre vivos hayan crecido exponencialmente. Sentados los tres a la mesa hablamos de la decisión, de lo que hay que tener y lo que hay que sentir para dejar que te extraigan un riñón y dárselo a alguien que hoy es tu pareja pero que tal vez mañana no lo sea: «Había que ver su sufrimiento -dice Puri-. ¡Si parecía un cadáver andante! Es mi marido y le quiero. Y yo sé que sin el riñón, él no estaría hoy aquí». Manuel la mira con sus ojos castaños, muy claros, y recuerda que, durante aquellos largos meses de diálisis, conoció a otro paciente que le pidió el mismo sacrificio a su mujer: «Ella le dijo que no... y acabaron separándose, claro».

Ambos son capaces de dar detalles de cómo y dónde se conocieron, de por qué Manuel fue a aquella discoteca en la que unas chicas le dijeron que tenían una amiga que le quería conocer. Se ríen al contarlo. Han pasado unos cuantos años. Casi veinte. Y un montón de cosas. No han tenido hijos, pero dicen que ahora lo están intentando. Si llegan serán bienvenidos, pero no es algo que les obsesione. Hay mucha vida por vivir. Han vuelto a la playa, a salir por ahí. De día y de noche. A ir con los amigos a un furancho para ventilarse una jarra de albariño y una fuente de raxo. A hacer cosas que en algún momento pensaron que nunca volverían: «Nuestra vida ha cambiado totalmente. Estamos disfrutando de todo lo que no disfrutamos en todos estos años». Así que a Puri, el precio de todo este cambio de vida, un riñón, no le ha parecido excesivamente caro.