Los primeros exoesqueletos de ayuda a la marcha de lesionados abren la vía a dispositivos de nueva generación en los que trabaja Galicia
06 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.Claire Lomas tardó hace dos años dieciséis días en completar la maratón de Londres. Fue una auténtica hazaña para una parapléjica que acababa de dejar su silla de ruedas para realizar el recorrido por su propio pie. Aunque más bien habría que matizar que lo hizo sostenida por un exoesqueleto, un sistema robótico de ayuda a la marcha que acerca cada vez más el sueño de poder ver andar a los lesionados medulares. Es un camino aún largo, pero que empieza a dar sus primeros y firmes pasos con modelos que ya están en el mercado como Rewalk, que fue autorizado hace unos días por la agencia FDA de Estados Unidos, aunque los centros especializados ya trabajan con él desde hace cuatro años, o Ekso.
Estos trajes, que utilizan sensores biométricos que detectan las señales nerviosas que el cerebro envía a los músculos de las extremidades, disponen de motores y articulaciones que permiten reproducir el movimiento. Suponen un enorme avance, pero aún limitado, porque todavía son muy caros -cuestan entre 50.000 y 200.000 euros, según los modelos-, son muy pesados -entre 18 y 20 kilos-, dependen de baterías de duración limitada, requieren del apoyo de muletas, necesitan siempre de un acompañante y el paciente debe someterse a un intenso entrenamiento antes de poder utilizarlos. No son todavía un sustituto de las sillas de ruedas, pero sí un apoyo fundamental para los procesos de rehabilitación de los parapléjicos. «No es algo que uno se lo pone y sale andando», matiza Antonio José del Amo, ingeniero que desarrolla varios prototipos de exoesqueletos en el Hospital de Parapléjicos de Toledo.
Tampoco es el paciente el que se mueve, sino la máquina la que lo hace por él. «El aparato tiene su propia marcha, y es absolutamente robótica», explica Antonio Rodríguez Sotillo, responsable de la Unidad de Lesionados Medulares del Chuac de A Coruña. «Es un paso muy positivo, pero es un sistema pasivo, no hay ningún tipo de movimiento activo por parte de la persona», corrobora Javier Romero, director técnico de la Fundación Step by Step, un centro de referencia en el ensayo de exoesqueletos para rehabilitación. Estas limitaciones se superarán con una nueva generación de sistemas robóticos en los que será el paciente el que controle a voluntad el aparato y este le permitirá estimular sus músculos residuales aún activos. En esta carrera se sitúa en cabeza el Hospital de Parapléjicos de Toledo, con dos prototipos financiados por la UE. Pero también parte con ventaja un proyecto gallego de la Universidade de A Coruña y la Unidad de Lesionados Medulares del Chuac, en el que también colaboran ingenieros de la Politécnica de Cataluña y de la Universidad de Extremadura. Es una órtesis de rodilla y tobillo que se adaptará a las necesidades de cada paciente. «El objetivo -apunta Rodríguez Sotillo- es que se lo calcen por la mañana como los pantalones y puedan andar».