Compartir coche: una idea adecuada para ahorrar y no para hacer negocio

Juan Carlos Martínez REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Juan y Sergio, a la salida. Una hora después, llegada a Santiago, tras dejar a Juan y cambiar de coche en Sigüeiro.
Juan y Sergio, a la salida. Una hora después, llegada a Santiago, tras dejar a Juan y cambiar de coche en Sigüeiro. Marcos Míguez / Xoán A. Soler< / span>

El viaje entre A Coruña y Santiago cuesta 4 euros a dividir entre los pasajeros, frente a los 6 euros por billete del autobús y los 7,20 del tren

14 jun 2014 . Actualizado a las 12:30 h.

Juan y Sergio trabajan en A Coruña y residen, respectivamente, en Sigüeiro y en Santiago. Desplazarse a diario a sus trabajos se les llevaba buena parte del salario. En diciembre pasado contactaron a través de la web Compartir.org, lanzada por el Ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid. Desde entonces viajan juntos todos los días y anuncian horario y trayecto en Blablacar, la página que más seguidores tiene actualmente, y en otras similares, como Carpooling, para que se les incorporen más pasajeros.

El viaje del viernes, con salida a las 14.30 de A Coruña, estaba previsto para tres ocupantes. El tercero falló. El reportero de La Voz ocupa el lugar vacío y pregunta por la cuota que le corresponde: «Son cuatro euros a dividir entre los ocupantes, o sea, dos euros cada uno de vosotros», dice Juan, el conductor. Ya que la finalidad es ahorrar, el recorrido se hace por carretera y no por autopista. Duración, una hora larga, con la peculiaridad de que en Sigüeiro termina el viaje de Juan y Sergio sigue hasta Santiago en su propio coche, que estaba aparcado allí.

Los servicios de cálculo de itinerarios cifran en 9,80 euros el coste del combustible para este trayecto en coche de gasolina y en 7,30 si el motor es diésel. Aquí se redondea en 8 euros, la mitad a cargo del conductor, la otra mitad a cargo de los pasajeros. Con más de dos ocupantes, el precio es muy ventajoso frente a los 6 euros que cuesta el billete sencillo de autobús y los 7,20 del tren.

«Y además -añade Sergio- no es solo el precio, sino la frecuencia escasa de los trenes y de los autobuses, que te obligan a madrugar más y luego a coger de nuevo el coche o transporte urbano para ir de la estación al trabajo o a casa».

Para estos dos commuters, la protesta de los taxistas de Madrid no va con ellos: compartir asientos libres es tan antiguo como los automóviles. Ellos nunca han hecho autoestop, una práctica hoy en desuso. Pero el carpooling, el compartir coche, les parece la práctica heredera de aquella otra forma de completar pasaje que tuvo su auge en los años sesenta y setenta. Con una ventaja: aquí los usuarios pueden puntuar tanto a los conductores como a los ocupantes y evitar malas compañías.

Intrusismo

Uber Pop, la empresa que tiene en su contra a los taxistas, es otra cosa, dice Sergio: «Tú te das de alta como conductor, alguien que esté por la zona te lanza un aviso y lo recoges y lo llevas a donde quiere. La diferencia con lo que hacemos nosotros es que en nuestro caso tenemos un viaje programado, lo anunciamos y si alguien quiere subirse y compartir gastos, estupendo. Si no, el viaje lo voy a hacer igual». Aquello sí que se puede interpretar como intrusismo en el servicio de transporte de viajeros. Pero las otras prácticas, coinciden los dos, están pensadas para ahorrar, no para hacer negocio. Será difícil que las autoridades les pongan pegas, vistos los esfuerzos para lograr ahorro energético a través de iniciativas como las VAO, vías de alta ocupación, que dan prioridad a los coches en los que va alguien más que el conductor.

Blablacar les parece un nombre adecuado, porque otra ventaja de compartir coche es, dice Juan, «que vas acompañado, hablando, a veces con gente muy interesante, entre ellos muchos extranjeros, y eso te evita la monotonía del viaje repetido a diario, que incluso es peligrosa».

«Otra ventaja del sistema es que vas hablando, y eso te evita la monotonía del viaje diario»