Un nuevo problema se suma al cúmulo de desgracias que llevan angustiando a los apicultores en la última década. En esta ocasión es la presencia, ya en territorio gallego, de la voraz avispa asiática, una especie invasora y depredadora procedente de Asia que siente predilección por la abeja domestica y que diezma las colmenas con crueldad. Y por su afición a esta especie, que ha sido domesticada para su utilización con fines comerciales, es por lo que ha llegado a los titulares de muchos medios de comunicación. Han saltado todas las alarmas: ¡Está acabando con los polinizadores!
Esto es importante, por supuesto. Alrededor del 75 % de los cultivos vegetales humanos requieren ser polinizados por insectos, principalmente por las abejas. Además, se calcula que el valor económico de la polinización a nivel mundial, en términos de cultivos para alimentación humana, oscila entre 45.000 y 100.000 millones de euros por año. Pero existen más de 30.000 especies diferentes de abejas en el mundo, y estudios rigurosos que se han realizado a escala planetaria sobre la polinización de las principales plantas cultivadas han revelado que no son las abejas domésticas, sino las silvestres, las que polinizan con mayor eficacia estos cultivos.
La pérdida de estas abejas silvestres, verdaderas responsables de la polinización de numerosas plantas, ya comenzó, con menos ruido mediático, hace unas décadas. Su desaparición nos traerá muchas más complicaciones, sin duda.
Este problema asociado a la invasión de nuestros ecosistemas por las avispas asiáticas debe servirnos para centrar los esfuerzos en dos de las principales cuestiones medioambientales en la actualidad: las invasiones biológicas y el colapso de polinización, derivado, sobre todo, de la pérdida de esas abejas silvestres.
