Los alumnos gallegos de Matemáticas están bien preparados, pero, según los expertos, no están entrenados para aplicar sus conocimientos
05 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Prácticamente la totalidad de los alumnos de una clase de 3º de ESO de un instituto gallego acertaron con la respuesta de un problema matemático que se les había planteado: 16 gramos. Pero el profesor los enredó. «Y bien, ¿qué conocéis vosotros en vuestra vida cotidiana que pese 16 gramos?», les preguntó. Silencio. Y les lanzó otra pregunta. «¿Sabéis cuánto pesa un yogur?». Ninguna respuesta. El ejemplo es real y representa en buena parte el problema de la enseñanza de Matemáticas en Galicia: los alumnos están bien preparados, pero no saben aplicar sus conocimientos a los problemas cotidianos. O lo que es lo mismo, saben la teoría, pero no la práctica. Si se les plantea algo que vaya más allá de lo planificado quedan en fuera de juego. Y este es, precisamente, el desafío que les fue planteado en las pruebas de aptitud de Pisa con el resultado ya conocido: los alumnos gallegos suspendieron en Matemáticas, con calificaciones inferiores a la media nacional y de los países de la OCDE.
Los profesores y expertos en didáctica de Matemáticas coinciden en el diagnóstico. Los estudiantes saben la materia, pero no están entrenados para resolver problemas. «Eu non creo que estemos tan mal como nos pon Pisa. Os rapaces están moi ben preparados, pero non saben aplicar o seu coñecemento. De nada serve que fagan mil divisións se logo non saben enfrentarse a cuestións que afectan a súa vida diaria. É un problema de competencias, non de coñecemento. Hai que levar a aula a rúa para que vexan que os seus coñecementos si se poden utilizar», explica Paulino Estévez, presidente de la asociación de Ensinantes de Ciencia de Galicia (Enciga) y profesor en un instituto durante casi toda su vida. Estévez está convencido de que si a los alumnos gallegos se les entrena en la metodología de Pisa los resultados serían muy distintos.
Una opinión similar mantiene Julio Rodríguez Taboada, presidente de la Asociación Galega do Profesorado de Educación Matemática (Agapema). «Les falta -sostiene- la conexión con la realidad, una referencia cercana que les diga, por ejemplo, si un metro o un centímetro cúbico es mucho o poco». Y aporta un dato demoledor: «Para un alumno de 15 años las matemáticas son cuentas en un 80 %». El cálculo y los problemas asociados son la base de su educación, pero la cosa se complica cuando se los saca de sus esquemas y se les enfrenta a planteamientos en los que se ven obligados a razonar y a manejar distintos conceptos, que sí saben, pero que son incapaces de interconectar.
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«Cuando les planteas un problema abierto, que se sale de lo esperado, no saben ni por donde empezar. Por ejemplo, que midan su habitación para hacer un plano o que calculen el área de una pared. Ellos tienen los conocimientos, pero ante un problema abierto no saben cómo aplicarlos», corrobora Teresa Fernández Blanco, profesora de Didáctica de las Matemáticas en la USC.
¿Qué se puede hacer? Cambiar la metodología de trabajo. «Las leyes educativas van cambiando, pero los contenidos educativos son los mismos que hace 50 años. No tiene sentido. Habría que pararse y reflexionar sobre ello», señala Rodríguez, que coincide con Fernández Blanco en que también es necesario una mayor inversión en la formación del profesorado. «Hace tiempo que es inexistente», advierte la profesora de Didáctica. «Ao mellor -reflexiona Paulino Estévez- non farían falta moitos retoques, pero sí un cambio de enfoque».