La reina Sofía, la secundaria de eterna sonrisa

maría piñeiro REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Doña Sofía cumple 75 años marcados por la discreción y la corrección

02 nov 2013 . Actualizado a las 13:21 h.

Dice la leyenda que doña Sofía le dio dos consejos a su nuera poco antes de que lo fuese: una reina tiene que elegir un peinado que la identifique y un diseñador no demasiado conocido que la vista. Una máxima que bien podría ser cierta, ya que la monarca española, que hoy cumple 75 años, lleva casi el mismo corte de pelo que en su juventud y durante 25 años la vistió Margarita Nuez, una diseñadora alejada de los titulares.

La reina, que lleva el protocolo en la sangre, ha sabido en sus años al lado del jefe del Estado cuál era su lugar. Siempre en segundo plano, siempre sonriendo, ha mantenido un equilibrio casi imposible que se puede ejemplificar en su ropa: suele llevar trajes de colores claros que permitan distinguirla en los grupos -formados en su mayoría por hombres de traje oscuro-, pero nadie repara especialmente en ella. Alta y muy delgada, nadie parece haberse dado cuenta de su buen tipo, que apenas ha cambiado con los años.

Las personas que la han tratado reconocen en doña Sofía a alguien educadísimo, atento y especialmente dedicado a los que nada tienen. Sin embargo, muestra bastante carácter y sabe lo que quiere y lo que no, aunque es tan sutil que poca gente repara en sus desplantes: cuando el rey fue intervenido tras la aventura de Botsuana, la reina se quedó tres días en Grecia, pero llegó al hospital sonriente, como si nada. No recibió ni una sola crítica.

Tal vez su papel más ambiguo es el de madre, que ejerce a la manera de las casas reales -no al estilo clase media-, aunque a su hijo pequeño no le prohíba nada. Al igual que su prima, la reina Isabel, los mimos los reserva para sus nietos, a los que adora, y por los que sin duda se salta cualquier protocolo.