Convencer, no solo informar

José A. Delgado PSICÓLOGO Y ORIENTADOR

SOCIEDAD

22 sep 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Existen varios factores que pueden agravar la extensión de las enfermedades de transmisión sexual entre los adolescentes.

En primer lugar, hay que valorar que en esas edades se tiene una percepción del riesgo diferente a la de los adultos. El riesgo forma parte de la introducción del adolescente en el mundo adulto, basta comprobar las pruebas de iniciación que en muchas culturas marcan el paso a la edad adulta. Mediante el riesgo el adolescente se pone «a prueba». En muchos casos todavía es menor esta percepción debido a la presión social de los iguales, muy fuerte en estas edades. El fenómeno del denominado balconing es un buen ejemplo de ello.

Esta idea está avalada por la mayoría de estudios que confirman que el 80 % de los adolescentes creen que es más peligroso un embarazo que el VIH o cualquier otra enfermedad de transmisión sexual.

También se confirma que los adolescentes poseen suficiente información sobre las enfermedades de transmisión sexual. No parece un problema de información sino de convicción. Al ser informados por los adultos, creen que exageran y que no les consideran. Sería más efectivo organizar grupos de adolescentes que debatieran entre ellos los perjuicios de no tomar medidas preventivas. Es muy similar a lo que pasa con el alcohol: el adulto puede decirles que es peligroso, pero al ver los bares y casas llenos de botellas de alcohol no se lo creen. La tribu ya no educa.

A los jóvenes les cuesta ir al médico, tienen pudor a hablar de estos temas con «extraños». Se necesitan contextos menos formales en los que debatir y hablar de salud sexual, tan efectivos, o más, como las consultas médicas o los centros educativos.