Miles de devotos con atuendos morados y las siete cajas de difunto (tres infantiles y cuatro de adultos) escenificaron el epicentro de la fiesta en honor del Nazareno
17 sep 2012 . Actualizado a las 06:00 h.Ni las fuentes oficiales se aventuraron a dar una cifra sobre la concurrencia que registró la procesión de las mortajas que colapsó ayer la villa coruñesa de A Pobra, tanto que desde las diez de la mañana hasta las tres de la tarde no pudo circular ningún coche por el centro urbano.
Los que sí pudieron hacerlo fueron los miles de devotos con atuendos morados y las siete cajas de difunto (tres infantiles y cuatro de adultos) que escenifican el epicentro de la fiesta en honor del Nazareno: el agradecimiento al santo por su intercesión ante una enfermedad incurable por métodos terrenales.
Unas tres horas llevó realizar los escasos dos kilómetros de recorrido ante una multitud que, no obstante, sufrió los rigores mundanos a modo de lipotimias, hurtos de carteras, manchas de cera, pisotones y empujones para tocar al Nazareno.