En medio de campañas de sensibilización contra el exceso de velocidad, Tráfico mide a los aspirantes a conductores con el mismo rasero que se aplica a los pilotos del mundial de Moto GP. «Hice los dos circuitos bien, no pisé las paralelas ni tiré ningún cono y frené correctamente en las marcas -explica un hombre que se examinó recientemente en el centro que tiene la DGT en el polígono de Sabón (Arteixo)-. Cuando acabé, el examinador me enseñó el cronómetro. Marcaba 25.06. 'Lo siento', me soltó. Yo le dije que cómo me iba a suspender por seis centésimas, pero no hubo manera». No es un caso aislado. El propio examinador comentó a los responsables de la autoescuela que «hace una semana suspendió uno en Ferrol por una centésima de segundo».
Como el sistema de cronometraje es manual, es normal que haya un tiempo de reacción tanto al poner en marcha como al parar el reloj, por lo que tomar en cuenta las centésimas (no décimas) se antoja excesivamente riguroso. Por otra parte, en los expedientes de los suspendidos solamente figura como motivo «exceder el tiempo establecido», sin concretar la marca, lo que impide que los aspirantes puedan recurrir en caso de sentirse perjudicados.
Pero las consecuencias del exceso de celo de Tráfico pueden ser peores. «Me quedaban un par de prácticas para ir a examen y me salía en 25 segundos y pico -cuenta Inés-. Forcé para bajar el tiempo y se me cayó la moto encima, me hice una contusión en la rodilla y un desgarro muscular cerca del tobillo: quince días de escayola». Otro alumno, Gabriel, pisó uno de los conos con la rueda delantera y se fue al suelo, fracturándose la tibia y teniendo que estar cuatro meses de baja. «Lo más irritante ha sido comprobar que la autoescuela solo tiene obligación de asegurar la moto a terceros, así que tú no estás cubierto», comenta.