Filadelfia, mucha historia y poco presente

Lucía Casanova

SOCIEDAD

De Nueya york a washington

14 jul 2009 . Actualizado a las 15:32 h.

Nerviosa como en una primera cita. Así estaba minutos antes de conocer a la que iba a ser nuestra compañera de viaje durante los próximos veintiséis días. Por fin tenía el placer de ver a la Harley Davidson con la que tanto tiempo llevaba soñando. Meses y meses planificando nuestro viaje en moto por EE.?UU. y la aventura estaba a punto de comenzar. Pero, claro, en toda aventura los protagonistas se topan con dificultades, y nosotros, por supuesto, no íbamos a ser menos.

A «Philly» sin GPS

Tras cuatro maravillosos días en Nueva York, nos fuimos a Nueva Jersey a recoger la moto. Primero tuvimos que arreglárnoslas para encajar las piezas del puzle y meter nuestro equipaje en las maletas. Una vez conseguido, decidimos ir a Filadelfia (Philly). Tardamos cuatro horas en recorrer doscientos kilómetros: no teníamos batería en el GPS ni posibilidad de conectarlo. Al menos, gracias a las vueltas que dimos por la periferia de Philly, comprendí por qué al Príncipe de Bel Air lo enviaron con sus tíos ricos: casas humildes de un par de plantas medio en ruinas y una sensación de dejadez por parte del Gobierno de la ciudad total. Nada que ver con la parte histórica, el Independence Park. Allí visitamos, cómo no, el Independence Hall, donde se aprobó en 1776 la Declaración de independencia y la Liberty Bell, la campana que la anunció, de acceso gratuito y que es todo un símbolo. Filadelfia fue además capital de la nación hasta que Washington le arrebató el título.

Camarero amigo de un gallego

Esta ciudad ha sido nuestro siguiente destino. Por el momento, tan solo hemos podido dar un paseo por el Mall, una avenida que se extiende desde el Lincoln Memorial hasta el Capitolio, pasando por el Washington Monument (el famoso obelisco dedicado al primer presidente de EE.?UU.). Por ahora, la Casa Blanca la hemos visto de lejos, y de Obama, ni rastro. Eso sí, en la cena nos atendió un camarero que ni pestañeó al decirle que somos gallegos, nos contestó que tenía un amigo en Pontevedra y se fue dejándonos boquiabiertos.

Tras dos días de viaje, me quedo con la frase del buen hombre que en Nueva Jersey nos indicó cómo coger la carretera hacia Filadelfia: «You have a long way». Exactamente, tenemos un largo camino por delante.