El diario del Vaticano condena el caso del niño sevillano nacido para salvar a su hermano

Colpisa

SOCIEDAD

El 'Osservatore Romano' alega que se usa el bebé como un medio y se pretende ocultar con piedad «la sombra del nazismo».

17 oct 2008 . Actualizado a las 19:07 h.

Los obispos españoles opinarán, «posiblemente» este viernes, según dijo el jueves su portavoz, sobre el caso de Javier, el llamado 'niño-medicamento'. Sin embargo, el 'Osservatore Romano', el diario de la Santa Sede, ya lanzó en su edición de ayer, a través de un artículo en primera página, una dura condena de la actuación médica, «aunque muchos la consideren éticamente aceptable». Este bebé ha nacido en Sevilla, tras una selección genética de embriones que aseguró que era sano y además totalmente compatible con su hermano enfermo, con el fin de usar su cordón umbilical para salvar a éste de una grave dolencia de la sangre, la llamada anemia mediterránea. Es el segundo caso registrado en el mundo en el que se combinan estas dos técnicas de selección genética.

El artículo vaticano, firmado por la historiadora católica y experta en bioética Lucetta Scaraffia, colaboradora habitual del diario, sigue la línea de la Iglesia en este campo, opuesta a la selección de embriones, y es contundente: considera que es un ejemplo de «la estrategia del caso piadoso, pensado sistemáticamente para hacer pasar prácticas de eugenesia, en un intento de alejar las negras sombras que ha dejado sobre ellas el nazismo». «El término exacto para definir la selección que ha llevado al nacimiento de Javier es eugenesia», afirma la historiadora, en referencia al término que define las prácticas científicas que tratan de intervenir para mejorar la vida humana, pero que tomaron un cariz peyorativo y cayeron en desgracia por cómo las entendió el nazismo, con sus bárbaros experimentos. El propio Benedicto XVI, en un discurso, puso ayer en guardia contra los científicos que tienen «la arrogancia de sustituir al creador» y advirtió de que «la ciencia no es capaz de elaborar principios éticos».

Para Scaraffia, el caso de Javier es «un acto en sí egoísta y que además implica la exclusión de la vida de otros seres humanos», pues en su opinión, en línea con la doctrina católica, es eso lo que se hace al descartar los otros embriones y elegir uno sano para implantarlo en el útero de la madre. El nacimiento de este niño no es, concluye, «una acción altruista sino, ni más ni menos, un acto de eugenesia y, por tanto, condenable, particularmente grave porque un niño es considerado un medio y no un fin, como debe ser considerado cada ser humano».

La experta añade que este tipo de episodios «crean confusión sobre las reales intenciones de estas decisiones y transmiten a la opinión pública la idea de que la selección eugenética es una práctica buena y aceptable». Una idea, prosigue, que «podría esconder» la intención de hacer aceptar la selección de embriones para «objetivos menos nobles que la salud de un hijo, hasta llegar a la elección del sexo y cualidades físicas e intelectuales».

La opinión de Scaraffia no representa necesariamente la de la Santa Sede. Precisamente, hace un mes, la misma Scaraffia se vio envuelta en una polémica por un artículo que ponía en duda la muerte cerebral como criterio para determinar el fin de la vida. Le llovieron las críticas, pues echaba por tierra la práctica de trasplantes, y el portavoz vaticano, Federico Lombardi, se vio obligado a aclarar que no era «un acto de magisterio de la Iglesia». Pero el 'Osservatore' es 'el periódico del Papa', y si no dice lo que piensa el pontífice se le suele parecer mucho. Lo normal es que no maticen nada de lo que se publica, salvo polémica.

La diagnosis genética de los embriones está prohibida en Italia, así como la fecundación artificial fuera de la pareja -con semen u óvulos ajenos al matrimonio- y, más allá aún, tampoco están legalizadas las parejas de hecho, caso único en Europa. La influencia del Vaticano en este campo es enorme. En España el nacimiento de Javier ha sido posible gracias a la Ley de Reproducción Asistida de 2006, que permitió la búsqueda de compatibilidad genética en embriones. Los padres de Javier fueron de los primeros autorizados en España para obtener el Diagnóstico Genético Preimplantatorio (PGD), que analiza los preembriones obtenidos con fecundación in vitro y selecciona los que están libres de enfermedades hereditarias.