Una verdad devaluada por la propaganda

SOCIEDAD

16 oct 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

«Está en peligro nuestra capacidad para vivir en el planeta Tierra, para tener un futuro como civilización». En un tono solemne, el ex vicepresidente de EE.?UU., Al Gore, lanza un mensaje en un tono inquietante y alarmista al final del documental que lo lanzó a la fama, Una verdad inconveniente . Cierto, el cambio climático es una amenaza para la humanidad, y así lo vienen reiterando los científicos prácticamente de forma unánime en un informe tras otro. Pero que exista un riesgo real, incrementado por la acción humana, no significa que a esta verdad haya que revestirla de propaganda para conseguir el objetivo de concienciar a la población y a los gobiernos. No todo vale, ni el mundo se va a acabar mañana. Gore es cuidadoso y no da cifras sobre cuándo va a ocurrir el desastre, pero la impresión que se extrae después de visionar su vídeo es que no queda mucho para el apocalipsis climático. La exageración y el alarmismo devalúan el mensaje.

Al Gore es hábil y demuestra dotes de gran comunicador para difundir su mensaje, en el que combina el tono serio cuando habla de los informes científicos con las bromas sobre su pasado político y con el recurso a la sensiblería para ganar el corazón del espectador menos escéptico. ¿Son lícitas sus tretas? Efectivas seguro, pero también discutibles. ¿A qué viene hablar del accidente de su hijo cuando tenía seis años y lo mucho que este episodio cambió su vida?, ¿o de la convivencia con su padre en su rancho? Solo se justifican si lo que pretende es embaucar al televidente menos formado y más sensible desde el recurso de la emotividad. Pero si se habla de cambio climático, para intentar convencer a un espectador crítico sobre la gravedad del problema solo valen los datos contrastados por los científicos. Lo demás sobra, porque se corre el riesgo de que una verdad se confunda con propaganda.

Cuando Gore expone sus argumentos, puede que no se equivoque en sus predicciones, pero sí engaña al espectador al no ofrecer una referencia temporal válida. Sin este matiz es fácil presuponer que el deshielo de Groenlandia acarreará este mismo siglo un incremento del nivel del mar de seis metros o que lo mismo ocurrirá si se funde la Antártida occidental. Si el calentamiento global se incrementa, este escenario podría ser real, pero en cientos o miles de años. Y es que una subida del nivel del mar de seis metros no es lo mismo que el aumento de 60 centímetros que augura el Panel Intergubernamental de Cambio Climático de aquí a fin de siglo en el peor de los casos. Osos que nadan 90 kilómetros porque se funde el hielo. Gore dice en su documental que un estudio científico alerta de que los osos polares se mueren ahogados al tener que nadar 90 kilómetros a causa del deshielo. De este informe, poco más se sabe de lo que Gore habla en su documental.

Gore achaca en exclusiva al cambio climático el deshielo de las nieves perpetuas del Kilimanjaro. Se le olvidó decir que la actividad volcánica del propio volcán juega un papel muy importante. También atribuye en exclusiva al calentamiento global la desecación del lago Chado. Es un factor, pero tampoco el único.

Muy pocos científicos atribuyen un fenómeno meteorológico puntual, como el huracán Katrina , al cambio climático. Es posible que exista una relación, pero aún se tendrá que demostrar a ciencia cierta con el tiempo.

Pudo hacerlo durante el mandando de Clinton, cuando Gore era vicepresidente, pero EE.?UU. tampoco ratificó en ese momento el Protocolo de Kioto para la reducción de gases de efecto invernadero. Gore no predicó con el ejemplo que ahora reclama.