MEDIO FERRADO

05 mar 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

HAY términos nuevos que se quedan para uso de esnobs y envejecen pronto y otros que se imponen y se generalizan, porque son útiles. Uno de éstos es trazabilidad, o sea, la capacidad de establecer un trazo; más concretamente, de reproducir el recorrido de un producto desde el estado de materia prima hasta el de paquete envuelto para llevarse a casa. Este concepto es especialmente útil en el campo de la alimentación, porque en caso de presencia de tóxicos, o de pestes, será posible aislar partidas en los puntos de venta y evitar que los males se extiendan entre la población. Responsables políticos de todas las procedencias concuerdan en defender la trazabilidad, a pesar de que la palabra no es muy fácil de pronunciar, porque conocer los orígenes de las cosas nos da seguridad física y también jurídica. En la marcha que llevamos hacia la construcción del país ideal, el próximo paso debe ser fijar la trazabilidad de las decisiones políticas. Ayer mismo oíamos a portavoces de un partido político negar que hubieran negociado con el terrorismo etarra cuando gobernaban. En las hemerotecas consta lo contrario. Si en los productos políticos hubiera una exigencia de trazabilidad, no estaríamos preguntándonos ahora quién se cargó la belleza de Caión, quién tapó la vista del mar en Vilagarcía, cómo pudimos hundir el fantástico templo de la Veracruz de O Carballiño entre edificios sin valor, quién construyó ciudades sin dotarlas de una sola depuradora...