MEDIO FERRADO

13 nov 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

A UNOS les vendrá de la visión fantástica de un buque escuela; a otros, de algún sueño mediterráneo; a algunos de leer a Conrad, a Homero o a Melville, y a algunos más de haber visto, de niños, la marcha trabajosa de un sancosmeiro o la arrancada alegre de una dorna. Sea por lo que fuere, la fascinación por la vela nos invade. Un millón, dicen los cálculos de la prensa, hemos ido a las rías de Vigo o de Pontevedra a contemplar los espectaculares veleros de la Volvo Ocean Race. El mar nos llama, aunque no sea para jornadas tan duras, y acudimos. Seguramente no habrá que dedicar muchas columnas como ésta a excitar nuestras potencialidades marineras. Ya no vivimos de espaldas al mar. Aparte de las flotas pesquera y mercante, Galicia es la segunda comunidad española por el número de amarres y fondeos para embarcaciones recreativas; aquí se expiden al año 13.000 licencias para actividades náuticas deportivas; hay jóvenes gallegos en lo más alto del podio de todos los deportes marinos. Falta afición todavía para alcanzar las cifras de navegantes por kilómetro cuadrado que se registran en el Reino Unido o en Dinamarca. Eso se debe en buena parte a una cuestión de rentas, pero a la vez que en ese aspecto nos acercamos a Europa, el coste de las embarcaciones se reduce y las actitudes cambian. Vamos concordando con que vivir no es necesario, navegar sí. No se pierdan ese otro mundo con el que tenemos 1.300 kilómetros de frontera. Suban a bordo.