San Valentín

LUIS VENTOSO

SOCIEDAD

VIDAS EJEMPLARES

12 feb 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

REPASEMOS la situación del pato Donald. Lleva décadas saliendo con Daisy, pero no llegan ni a un arrumaco. Aunque ya es sesentón, Donald no ha tenido progenie y satisface su instinto paternal con sus sobrinos, Jorgito, Jaimito y Juanito. Donald, que en el futuro será multimillonario (pues se perfila como heredero único de Gilito) es un pato célibe y asexuado. ¿Les encaja? ¿No será más bien que sus inclinaciones discurren por otros derroteros? ¿Es descabellada una pasión clandestina y helena entre el taciturno Donald y el dicharachero Mickey? Astérix y Obélix. Seamos serios: ¿alguien se cree que dos bárbaros que meriendan jabalíes tienen vida sexual cero? Es verdad que en una de sus historias Obélix se echa moza. Pero los celos devoran a Astérix. Al final, el gigantón galo elige, planta a la gachí y retorna al hogar con su pequeño y querido compañero de siempre. Tintín es rico (hasta vive en un castillo, Moulinsart) y está de buen ver, con su tupé rubio, sus bombachos... La Castafiore , afamada y voluptuosa soprano italiana, se derrite por él. Tintín no le hace ni caso; ni a ella, ni a ninguna mujer. Sin embargo, cohabita con el capitán Haddok. Se trata de un marino irascible y borrachuzas, pero el apolíneo reportero bebe los vientos por él. A Zapatero le derrapa la semántica al hablar de «matrimonio» gay. Pero es de justicia elemental que relaciones afectivas tan duraderas como la de Astérix y Obélix, la de Tintín y Haddok, o la de Roberto Alcázar y Pedrín dispongan de un marco legal normal y estable.