El dilema de amputarse un brazo o morir en la montaña

Bárbara Celis D'Amico CORRESPONSAL | NUEVA YORK

SOCIEDAD

Aarón Ralston se cortó una extremidad con su navaja cinco días después de quedar atrapado por una roca de 90 kilos

02 may 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

Su instinto de supervivencia fue más fuerte que el dolor. Tras pasar cinco días con su brazo atrapado bajo una roca de 90 kilos, el alpinista Aarón Ralston tomó una decisión tan radical como imprescindible para su supervivencia: se amputó el brazo. Ocurrió el jueves en un remoto cañón del Parque Nacional Canyonlands, en el sureste de Utah (Estados Unidos). El sábado anterior Ralston, de 27 años, había emprendido la escalada en solitario que le llevaría hasta la cima del Bluejohn Canyon, cuando el desprendimiento de una roca hizo que su extremidad quedará atrapada sin posibilidad de liberación. Ralston consiguió soportar el dolor y racionar el agua que llevaba hasta el martes pero el jueves, ante el temor de morir allí, cogió su pequeña navaja de mano y tomó una decisión que le salvó la vida: se amputó el brazo. Después se hizo un torniquete y fue capaz de bajar los 30 metros que había ascendido haciendo rappel hasta que alcanzó los pies de la montaña. Allí comenzó a caminar bañado en sangre hasta que se encontró con dos alpinistas que avisaron a los equipos de rescate de la zona, que habían emprendido su búsqueda esa misma mañana. «Fue increíble verle llegar andando mientras perdía sangre a la misma velocidad a la que caminaba», explicó el sargento Mitch Vetere al diario Salt Lake Tribune . El herido ingresó en el hospital en estado grave y con fuertes síntomas de deshidratación. Era la segunda vez en tres meses que Ralston le daba esquinazo a la muerte. En febrero, había conseguido sobrevivir a una avalancha en la que murieron varios de sus amigos. En aquella ocasión, el alpinista, que se encontraba esquiando en Colorado, declaró al diario Denver Post : «No le prestamos atención a las advertencias de avalancha y perdí a gente muy querida. Fue una lección de vida», dijo. Sin embargo, en esta ocasión, a pesar de lo remoto del paraje, no hubo descuidos. «Yo diría que estaba tan cualificado como cualquier otro escalador para estar aquí», aseguró Vetere. «No me sorprende que haya sobrevivido a este accidente. Tiene una gran resistencia y mucho instinto de supervivencia. Es uno de los mejores alpinistas que he conocido y tiene mucha confianza en sí mismo», aseguraba ayer el fotógrafo John Fielder, que trabajó con él hace unos meses. Hace diez años, en esos mismos parajes, un pescador se amputó la pierna con un cuchillo de pesca al quedar atrapado en el desprendimiento de un glaciar.