Los émulos del capitán Nemo

SOCIEDAD

MIGUEL RIOPA

Dos componentes de la última campaña de rescate del tesoro de Rande regresan a Galicia durante la conmemoración del tercer centenario de la batalla naval

22 oct 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

John Potter tiene aspecto de mayordomo inglés. Por el contrario, Owen Lee parece sacado de la última formación de The Beach Boys. Ambos son norteamericanos y se encuentran estos días en Vigo, recordando la aventura que iniciaron en 1955: el último asalto al tesoro de Rande. «No encontramos nada de plata pero nos llevamos en nuestros corazones la amistad de los gallegos, que tan bien nos acogieron entonces», reconocía John Potter, que escribió un libro en el que cuenta las peripecias que rodearon su estancia en Vigo. Todo empezó tras la lectura de un libro, en donde se relataba que la ría viguesa albergaba uno de los mayores tesoros procedentes del Nuevo Mundo. «Si encuentro al autor del libro, lo mato», bromeaba ayer Potter. Sin embargo, hace cuarenta y cinco años, aquella lectura llevó a cinco universitarios americanos y europeos a embarcarse en una aventura que duró cinco años y supuso un desembolso de 200.000 dólares de la época. «Nosotros sólo teníamos entusiasmo, el dinero lo aportaron otros. Venían todos los veranos a Vigo y nos preguntaban si hoy encontraríamos el tesoro», afirma burlonamente Potter. El tesoro nunca lo encontraron bajo el mar, pero aprendieron a divertirse en una ciudad que poco se parecía a la actual. «Recuerdo las noches de los sábados, cuando acudíamos a las tascas de Baiona a beber vino del país con nuestros amigos marineros y cantábamos la tonadilla marinera A Virxe de Guadalupe », señala Potter en la introducción de su libro. Naufragio en las Cíes Pero no todo fueron risas y cantos durante su estancia. En agosto de 1955, las autoridades marítimas solicitaron la colaboración de los arqueólogos submarinos para rescatar los cadáveres de veintiún marineros moañeses fallecidos en el naufragio del pesquero Ave del mar, en las islas Cíes. «No pudimos encontrar al último, un chico de 13 años», recuerda con amargura el escritor. La presencia en Vigo de estos excéntricos extranjeros no pasó desapercibida para la población local. Se movían en un jeep y utilizaron las primeras escafandras autónomas de inmersión, hecho que sirvió para que una comparsa estudiantil intentara imitarles durante un carnaval. Cuarenta y cinco años después, Potter y Lee no reconocen la ría, pero son capaces de afirmar que el verdadero tesoro se encuentra en el nuevo Museo del Mar.