Llegó, vio, tocó y convenció. El ex Rolling Wyman, con su banda The Rhythm Kings, tomó ayer el auditorio vigués de Castrelos, un poquito más tarde de lo previsto, pero salió por la puerta grande. Sin estridencias. Los guiños justos. Prometió un gran concierto y cumplió su palabra ante unas 5.000 personas, un grupo reducido pero más selecto que el que sigue a Bustamante. Se ajustó al programa y no se pasó con los «¡gracias Vigo!» de los Operación Triunfo. El que tuvo, retuvo. Y Bill está todavía muy lejos de apostar por el plácido mundo de la jubilación. Su bajo guarda muchas notas en la recámara. Y los reyes del ritmo desparramaron anoche parte del cóctel de blues, soul y jazz que deja ese sabor de boca de los grandes conciertos. Un repaso a los temas del último álbum, Double Bill , editado hace un año pero vigente por calidad y cantidad (no en vano el doble CD incluye una colaboración del mismísimo George Harrison a la guitarra slade) sirvió para arrancar las muestras de afecto del respetable. No faltaron las referencias a los éxitos de discos anteriores, como Anyway the wind blows -que llegó al número cinco en las listas inglesas de jaaz&blues- o el primer álbum de Will con los Rhythm, Struttin our Stuff , donde habían colaborado Clapton y Peter Frapton. Banda buenísima a la que le queda una larga gira que terminará en Europa el día 29 y continuará en agosto por los Estados Unidos, donde a los Rhythm and King les esperan la nada despreciable cifra de 23 bolitos.