No hay que ablandar la ABAU

Pedro Armas VICEPRESIDENTE COMISIÓN INTERUNIVERSITARIA DE GALICIA (CIUG)

SELECTIVIDAD

28 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Los mismos que se dicen partidarios de la cultura del esfuerzo se quejan de que la ABAU en Galicia sea rigurosa en cuanto a modelo de examen, contenido y corrección. Son los mismos que exigen un examen único para toda España, cuando la competencia educativa está transferida. Conservadores y pragmáticos hubiesen preferido una entrevista personal con el rector o decano, al estilo de ciertas universidades americanas, en las que el ingreso del estudiante pasa por el ingreso de una donación. Otros, progres y utópicos, dicen que todo alumno debería entrar en la carrera deseada, como si la oferta de plazas fuese infinita. Los que se erigen en defensores del adolescente proponen, sin tener en cuenta que la media del bachillerato pesa un 60 % en la nota, suprimir sin más la ABAU, pues no hay derecho a que un joven se lo juegue todo en un día estresante, cuando cualquiera puede tener un mal día.

La ABAU equilibra los dispares expedientes de bachillerato y garantiza la igualdad de oportunidades: distrito único, alto porcentaje de contenidos comunes, ponderaciones equitativas, grupos de especialistas de cada materia en contacto con los centros de secundaria, anonimato de participantes, profesionalidad de vigilantes y evaluadores, posibilidad de revisión y transparencia en todo el proceso. La selectividad ha demostrado su eficacia durante décadas, lo cual no quiere decir que no sea mejorable, pero la mejora no debe ser a la baja. Son valorables propuestas como uniformizar aún más los modelos de examen de las distintas comunidades autónomas (audición o no en idiomas, por ejemplo) o realizar una prueba nacional para entrar en Medicina; otras, como que una empresa externa elabore un examen único tipo test, que los ejercicios sean más flexibles o que los correctores sean más benévolos, son descartables.

Es comprensible que los padres hagan este tipo de propuestas. A un padre solo le importa la ABAU cuando un hijo suyo se presenta a la prueba. Sabe que superarla es fácil, pues un 95 % lo consigue, pero también sabe que, cuando el objetivo es acceder a una carrera con concurrencia competitiva, la cosa cambia. Si su hijo lo consigue a la primera, dirá que el sistema es justo y se olvidará del mismo al instante. Si no es así, dirá que es injusto y sumará a las propuestas anteriores la de un aumento de las plazas ofertadas en la carrera demandada, que llegue justo hasta el número ocupado por su hijo en la lista de espera. Hay que comprender la versión familiar, pero no hay que ablandar la ABAU.