En Val do Dubra aún pagan diezmos

La Voz

VAL DO DUBRA

Paco Rodríguez

LA PAREJA, ANTE SU CASA. José Lamas y su esposa, Carmen Barca, han trabajado toda su vida en estas tierras: aquí construyeron su casa y tuvieron tres hijos.

06 jun 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

GALICIA tiene alta velocidad, aunque parece que es para viajar al pasado. Podemos retroceder unos cuantos siglos con sólo desplazarse a 17 kilómetros de la capital gallega: allí, en una aldea del municipio de Val do Dubra, una pareja de ancianos protagoniza una historia de señores y vasallos, que muchos creían ya extinguidas. Según informa Mario Beramendi, José Lamas y su esposa, Carmen Barca, dos campesinos de 89 y 88 años, tendrán que pagar a la Iglesia 8.000 kilogramos de maíz, 320 de habas blancas y 3,76 euros por el arrendamiento de cinco años de unas tierras que ellos han trabajado durante toda su vida. La historia se remonta a la desamortización de Mendizábal, en el siglo XIX: a la Iglesia le quitaron los terrenos y se los adjudicaron a una familia pudiente, que después donó las fincas a la Fundación del Asilo San Castor y Santa Adelaida, que es del Arzobispado de Compostela. Durante más de un siglo, los antepasados de José Lamas han trabajado esas tierras a cambio de un arrendamiento en especie. Cuando el asilo dejó de funcionar, la Iglesia se olvidó de reclamar la renta y ahora exige el pago de la misma. La ley sólo le permite el cobro de cinco años. El Arzobispado reclama a los dos ancianos la titularidad de los terrenos y el pago de la renta: primero trató de negociarlo en dinero, pero los dos campesinos han preferido ceñirse al contrato que está en vigor desde 1926 y le darán hoy a la Iglesia 8.000 kilogramos de maíz, 320 de habas blancas y 3,76 euros. Los ancianos han encargado toda esa producción en un almacén, dado que no disponen de tanta mercancía. La institución eclesiástica ha ofrecido a la pareja las casas que están en la propiedad, pero José Lamas y Carmen Barca dicen que ellos las construyeron en otros terrenos suyos y que, por tanto, no les pueden compensar con esos bienes. Ellos viven allí desde que nacieron y creen que, cuando menos, deberían tener derecho a una parte de las tierras. Ahora nos queda la duda de saber qué es lo que hará la Iglesia con tantos kilos de maíz. ¿Empanadas para los necesitados?