Esto roza lo intolerable. En Padrón la Policía Local avisa de que han dejado crecer los árboles (no dice quién, quizás el alcalde, o Rueda, o Pedro Sánchez) en una rotonda «de una manera salvaje» cuando «debería estar limpia, sin obstáculos» porque si llega a haber algún accidente «pegarse contra esos árboles es morirse ahí».
¡Muy bien, sí señor! ¡Clarividencia y valentía ante todo! ¡Y visión de futuro! En Oroso la Policía Local debería seguir ese ejemplo y pedir que en la rotonda del centro de Sigüeiro se elimine el monolito que simboliza la hermandad con el municipio luso de Gois, no vaya a ser que alguien se empotre en él. Y que el puente medieval que salva el Tambre o se enderece o se cambie por otro, porque así uno podría ir tranquilo sin pegársela contra nada y no morir. Y si me apuran, ya para decírselo todo con franqueza, menuda porquería de país es este donde los caciques han diseñado curva tras curva de Ribadeo a Tui y de Fisterra a Pedrafita, que deberían ser eliminadas todas de una vez.
Patético. Mientras en los países civilizados se llenan de árboles las rotondas y cuando se construye una nueva se intenta no tocar la vegetación que queda en el medio, con el fin de dar un plus de naturaleza al asfalto, aquí pensamos en eliminarla. Porque no sé a quién quieren engañar: si un conductor va a la velocidad que marcan las señales, los árboles o la estatua son completamente irrelevantes.
Salvo, claro, que lo que queramos es dar un paso más para que en este país uno pueda ir a la velocidad que le dé la gana, y si se salta una rotonda, al menos que no se la pegue contra un árbol porque incluso puede morir del impacto. Y en esas estamos, al parecer. ¡Qué desastre!