«Se volvésemos a nacer, faríamos o mesmo e teríamos a Casa Abelleira»

emma araújo SANTIAGO / LA VOZ

AMES

SANDRA ALONSO

Evangelina Bardanca y Victoria Abelleira reciben un emotivo homenaje organizado por la Plataforma feminista de Ames

10 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Una moto, un candil y un colegio. Estos tres elementos tan distintos entre sí están detrás de la historia de uno de los espacios gastronómicos de referencia en Ames, Casa Abelleira. Pero nada de este emblemático establecimiento sería posible sin el matrimonio de Manolo Abelleira y Evangelina Bardanca y el necesario aderezo de Victoria Abelleira, a la que muchas generaciones de Bertamiráns siguen llamando con cariño y respeto tía Victoria.

Muy poco de su historia y su trabajo habría trascendido sin el homenaje organizado por la Plataforma feminista de Ames a Evangelina y Victoria, un reconocimiento que aprovechó el documental de Encarna Otero Saberes e sabores. Mulleres que alimentan a vida, promovido por el Consello da Cultura Galega para reivindicar su oculto legado.

Evangelina Bardanca, de 82 años, y su cuñada Victoria Abelleira, de 84, acudieron emocionadas al acto manteniendo la misma vitalidad que aún lucen en Casa Abelleira, un negocio que abrió en los años sesenta del siglo pasado coincidiendo con las obras del colegio Bispo Guerra Campos, hoy CEIP A Maía.

El inicio de lo que con los años se convirtió en un restaurante de referencia por sus internacionales chicharrones, fue casual, según reconoció Evangelina en un documento audiovisual elaborado precisamente por la Plataforma feminista de Ames para este homenaje. En él quedan frases para la historia de Ames, entre las que Victoria Abelleira reconoce sin atisbo de duda que «se volvésemos a nacer, faríamos o mesmo».

Ambas recuerdan a Manuel Abelleira, fallecido hace 21 años. «Tiña unha moto que gardaba nun caseto» que estaba ubicado cerca de las obras del colegio, relató Evangelina. Y la demanda de los obreros para alimentarse azuzó la mente emprendedora del matrimonio para darles de comer productos de sus propia cosecha, incluidos los cerdos que ellos mismos criaban.

El negocio, que ahora regenta su hijo Manolo con su mujer Yolanda, «comezou cun candil», recordaba Victoria Abelleira minutos antes de que comenzase el acto de reconocimiento. Ella era, y sigue siendo, la reina del mostrador, la parte social de Casa Abelleira mientras que Evangelina se encargaba de todo lo que tiene que ver con la cocina.

Pese a su merecidísimo descanso, Evangelina sigue dando consejos entre platos y fogones con frases como «isto así está mellor», acompañadas de una sonrisa. Su secreto, explica Victoria, no es otro que cocinar «con amor» y productos de calidad, la misma fórmula con la que Encarna Otero presentó el documental del CCG sobre las mujeres gallegas que durante generaciones han regalado al mundo de la gastronomía recetas tan sabias y sabrosas como el lacón con grelos o el pulpo á feira, unos platos que, recordó Otero, está claro que nacieron en unos fogones «nos que só había mulleres».

«Ser feminista é reivindicar na rúa e tamén recoñecer a mulleres como elas»

El homenaje a Evangelina y Victoria, que muchas personas que las conocen piensan que son hermanas, se celebró en el pazo da Peregrina, cerca de Casa Abelleira, un establecimiento que marcó la vida de muchas generaciones de amienses más allá de la fama de su receta de chicharrones.

Pilar Candocia, exconcejala y miembro de la Plataforma feminista de Ames, destacó que en su negocio «todo o mundo é recibido por igual» y afirmó que «ser feminista é reivindicar a igualdade e tamén recoñecer o traballo de mulleres como Evangelina e Victoria».

La escritora y periodista Nazaret López, encargada de presentar el acto, se refirió a Casa Abelleira como «refuxio e acubillo» y valorizó el legado a la memoria de Ames que Victoria aportó «con retranca e lembranzas» gracias su testimonio en muchos programas Radio Ames.

Las voces y la música de As Maianas cerraron un acto al que Evangelina no le veía mucho sentido. «Eu son sincera e dígoche que non o acabo de entender, porque o noso traballo foi o traballo de calquera», afirmó con timidez al destacar que «a min gústame máis estar no interior». «Pois eu digo que si, que ela o merece», apostilló Victoria: «Casou co meu único irmán e eu fun a súa madriña de voda. Empezaron naquela casiña, sen luz. E hai que ter moita fe e traballar moito poñendo o amor que pon ela».