Muchas promesas de trazo grueso y escasa concreción en lo que atañe a la mejora del día a día de los ciudadanos. Es lo que cabe esperar de una campaña electoral, de esta, como de cualquiera de las anteriores y de las que están por venir. Es tiempo de repartir sonrisas y papeletas, no de cerrar acuerdos que vayan a repararle el bache que solo consigue esquivar uno de cada tres días o que garanticen que la próxima vez que lleve el papel y el cartón al punto de reciclaje el contenedor más cercano no estará a rebosar. Que eso cambie no depende de una carrera por buscar el voto. Al contrario, esta cuenta atrás para la cita con las urnas sí puede obstaculizar negociaciones de las que deberían salir medidas provechosas. Esta semana hemos tenido un buen ejemplo en la reunión entre la Xunta y el Concello para tratar de desencallar el tantas veces demorado párking del Clínico. La relación causa-efecto entre el marco preelectoral y la frustrada fumata blanca en esa cita de San Caetano parece evidente. Si esta es la lectura correcta, de las cenizas del mismo guion que esta vez impidió desbloquear el acuerdo brotará un marco nuevo y más propicio para el consenso. La decisión de Raxoi de habilitar dos parcelas como aparcamientos provisorios para mitigar el efecto de las obras de ampliación del hospital en la merma de plazas de estacionamiento —impacto que aumentará con el inicio de la construcción del centro de protonterapia— es un paso en la dirección correcta. Pero habrá que dar algunos más. Y con premura. Porque nadie entendería quedarse parado ahora.