Solidaridad

Cristóbal Ramírez

SANTIAGO

14 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Esta es la edición local de un periódico que abarca toda Galicia, así que estas líneas deben tratar temas locales. Con excepciones, porque hay algunos asuntos generales que afectan a Compostela y a su comarca. Y un periódico líder debe ser capaz de detenerse y explicar a sus lectores las causas y/o consecuencias de medidas de ámbito nacional o internacional. Se llama profesionalidad y se llama ética.

No ha habido pedagogía política para explicar que la inflación es no solo necesaria, sino imprescindible. Pero el coste de la vida, los precios, van a incrementarse más de lo esperado. Y eso procede explicarlo. Porque todo el mundo sabe que Rusia está masacrando a Ucrania y a sus habitantes. Todo el mundo de Oroso a Arzúa se solidariza y condena la bárbara agresión, y en Vedra aplauden porque Inditex ha abandonado Rusia, y en Melide aplauden porque Ikea ha abandonado Rusia, y en O Pino aplauden porque McDonald’s ha abandonado Rusia.

Lo que parece que los compostelanos —en el más amplio sentido del término— no comprenden es que esas medidas de solidaridad obligan a apretarse el cinturón. Por supuesto que el gas va a ser más caro. Por supuesto que todo lo que contenga cereales va a ser más caro (Ucrania es un gran productor). Por supuesto que los viajes en avión van a ser más caros (no se puede sobrevolar espacio aéreo ruso).

Y la culpa no es de Sánchez, de Feijoo o de Díaz. La culpa es de Putin. Claro que también podemos enviarle una delegación de todos los concellos de la comarca para darle palmaditas en la espalda y no boicotear a Rusia. Entonces los precios no subirán tanto como van a subir.

La solidaridad tiene un precio; las vidas humanas, no. En Compostela y en Ucrania.