Mercadillo

Cristóbal Ramírez

SANTIAGO

20 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El tiempo soleado está ayudando, y mucho. Exceptuando una mañana de hace un par de semanas, con Galicia sufriendo la ciclogénesis de turno, el resto de los días el mercadillo navideño ha podido funcionar a toda máquina. Tras el mal rollo del año pasado, cuando a los temporales se sumó la pandemia, este diciembre el mercadillo va como un cañón. Incluso los churros y el chocolate, sin duda lo más solicitado por la numerosa tropa infanto-juvenil, son mucho mejores que en el 2020. O es que, como la alegría ha vuelto, saben mejor.

Muchos puestos repiten. Es normal, y nadie protesta por ello. Tampoco protestará nadie porque del 26 al 30 y del 31 al 5 se trasladen armas y bagajes (o sea, quesos, mermeladas, mini bonsáis, pizzas y demás) a Área Central, como ya ocurrió en el pasado. Así cogen vida dos zonas distintas de la ciudad, una histórica (Carreira do Conde, la antigua vía de entrada) y otra nueva.

El desafío para el mercadillo radica en crecer sin perder su identidad, que la define una sola palabra: artesanía. (Es un mercadillo de artesanos, de gente que trabaja y cotiza aquí, en esta tierra. No hay made in China, y eso constituye su gran valor). Que en Sigüeiro lo vaya a haber solo el 22 y el 23 es normal, se trata de una población pequeña, pero Santiago ya ha consolidado una iniciativa propia de los países del norte de Europa —el de Copenhague es, en estos momentos, impresionante no por el tamaño sino por el dinero que mueve—, y, aunque las cosas no se improvisan, hay que ir pensando en el futuro. Se está haciendo muy bien, con excelente organización, y la ciudad tiene que mostrar su pujanza incluso en detalles que puedan parecer pequeños como un mercadillo de Navidad.