¿Quién quiere ser cocinero?

Juan María Capeáns Garrido
juan capeáns SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

SANDRA ALONSO

El problema para encontrar trabajadores, según los empleadores y los formadores, no es de dinero; los primeros contratos, desde 24.000 euros

31 oct 2021 . Actualizado a las 00:46 h.

Marchando un revuelto de cifras: los hosteleros no tienen trabajadores para sus negocios, cuando un cocinero con un mínimo de solvencia puede empezar cobrando 24.000 euros al año, pero cuesta un huevo poché encontrarlos. Los camareros, de forma estable, pueden embolsarse entre 1.200 y 1.300 euros al mes en restaurantes normalitos, sin contar las propinas. Tampoco los hay, al menos de manera estable. Y un extra, casi sin experiencia, anda por los 8,5-10 euros la hora. Hay locales de copas que han retrasado su apertura tras el levantamiento de las restricciones por no tener personal, y si ven que algún bar o café cierra más días que antes de la pandemia no es solo por el rejonazo de la luz para rebajar los costes, sino por los días libres que tienen que darle a plantillas recortadas por obligación. Y todo ello, salpimentado con otro dato: solo en Santiago hay 5.000 parados, 8.200 si se cuentan municipios como Ames y Teo, donde vive la mano de obra más joven y maltratada por el mercado laboral.

Nada menos que Joe Biden, el señor Potus, intentó ponerle luz al problema desde su atril de la Casablanca, con un susurrante «páguenles más» que después ha copiado la vicepresidenta Yolanda Díaz. Y en Gran Bretaña, ya les habrá llegado, los pubs también andan buscando como locos extranjeros con papeles para que el grifo de las pintas no pare.

Es un problema global con derivadas muy locales que merecen un análisis con menos choteo, porque en esto va en el sustento de muchas familias, el dinamismo económico de la ciudad y hasta la primera tarjeta de presentación turística, que son los currantes de la hostelería. Pero, ¿qué está pasando entonces en el sector para haber llegado a esta situación? ¿Sigue siendo un infierno trabajar en una cocina o sirviendo cafés en un bar? Que hablen los que saben. Los primeros interpelados son los empresarios, que arrastran una merecida fama de explotadores de la época en la que algunos trabajadores no distinguían la hora de empezar con la de cierre. De aquellos maltratos, a veces sin contratos, han pasado años y unas cuantas inspecciones. «Ahora, habiendo todavía algún caso de mala praxis, hay una nueva generación de empresarios más sensibles con las condiciones», garantiza Thor Rodríguez, presidente de la asociación de empresarios. El propietario del pub Boneco da algunas claves del problema, como la salida de cientos de empleados temporales que se vieron con una mano delante y otra detrás en la pandemia y que han encontrado acomodo en otros sectores, casi siempre peor remunerados pero con mayor estabilidad. Esta tesis la ratifican en dos firmas de trabajo temporal con oficina en Compostela, que además de orientar los sueldos que se están moviendo, son testigos directos del tránsito de esa bolsa de empleados eventuales que se han ido, sobre todo, al mundo de la distribución y la alimentación o incluso las conservas, en otros municipios.

La otra variable, al margen de la desgracia de la pandemia, tiene que ver con un éxito. Compostela era una buena plaza para trabajar desde Semana Santa hasta el otoño, pero el tirón turístico de Galicia ha multiplicado la oferta en los destinos de la costa, convirtiéndose en una opción muy atractiva para jóvenes que estudian y quieren ganar unas perras en julio y en agosto para sus vicios o para pagarse un máster.

Las condiciones laborales

«Non, non é un problema de cartos. Seguen a pesar moito as condicións laborais, de aí que o sector teña que facer unha reflexión», sostiene Ramiro Esparís, director del CIFP Compostela, que maneja una bolsa de sesenta empleos que cuenta en estos momentos con veinte vacantes. El centro de Lamas de Abade, del que han salido muchos profesionales de los fogones de relumbrón, también cuenta con cursos de formación para desempleados (828 horas), que son gratuitos. «O último o empezaron 15 persoas e o acabarán oito, porque van atopando traballos polo camiño», una muestra de la excepcionalidad de la situación: «Isto non se deu nunca», reconoce. Con razón, los pupilos tiran alto en sus aspiraciones, tras hacer prácticas en algunos casos junto a los fenómenos del Grupo Nove, a la vanguardia de la cocina gallega. En esa línea, Thor Rodríguez deja otra perla: «Los camareros de Santiago son los más estudiados del mundo». Aves de paso hacia otras profesiones que han volado antes de tiempo hacia nidos con horario en la puerta.