Luz de ciencia

Serafín Lorenzo A PIE DE OBRA

SANTIAGO

11 jul 2020 . Actualizado a las 18:01 h.

Es un verano distinto. Está el calor. Los turistas van llegando. El bullicio regresa a las terrazas. En el casco histórico resuena de nuevo ese singular ronroneo de acentos. Los párkings del centro vuelven a estar llenos a media mañana. Y hasta las Festas do Apóstolo tienen ya su programa. Claro que no será un verano como los de antes. No puede serlo. Pero es lo más parecido que podemos tener en este tiempo en el que la pandemia lo condiciona todo. Monopoliza todas las conversaciones en la calle y manda también en todas las decisiones en los despachos.

Es difícil de creer hasta qué punto nos ha cambiado la vida en estos cuatro meses. A las decenas de miles de familias que han sufrido de cerca el impacto de la enfermedad. A las que se han batido el cobre peleando contra ella. A las que han perdido su empleo o que de la noche a la mañana han visto esfumarse su modo de vida. Para todos ellos y para muchos otros que han sido golpeados con dureza por una crisis de la que solo hemos visto aún la proa el debate sobre la concienciación en el uso de la mascarilla es una bagatela, porque es de sentido común. Lo es para ellos y debería serlo para todos. Durante todo el verano y mientras la ciencia no nos dé respuestas. Porque esto no va a resolverse con discursos engolados ni soflamas enardecidas, sino con el trabajo de los que realmente saben, de los que investigan. Por eso es tan importante darles apoyo, retener talento, dedicar más esfuerzos a cultivar la excelencia. Lo estamos viendo. Sin salud, la rueda se para.

No será un verano más. Le faltará la luz que solo puede alumbrar la ciencia.