El IBI ha subido en solo una década más del 50 % en la mayoría de los concellos del área
SANTIAGO
El importe medio del recibo es más elevado en Santiago por su mayor valor catastral
04 jul 2020 . Actualizado a las 22:38 h.El Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) se ha incrementado en la mayoría de los municipios de Santiago y su comarca más de un 50 % a lo largo de la última década, según los datos que maneja la Dirección General del Catastro. En algunos casos, el aumento supera incluso el 100 %, es decir, que en apenas diez años, los que van desde el 2008 al 2018, el recibo medio de ese municipio ha doblado su importe. En ese grupo se encuentra Boimorto, donde la cuota media ha pasado 48,8 euros a 113,9; Boqueixón, donde sube de 86,8 a 187,1, o Frades, concello en el que el impuesto se incrementa de 63,5 a 136,4. Se trata de tres ayuntamientos en los que el recibo medio sube un 133,3 %, un 115,6 % y un 114,8 %, respectivamente.
En esa década, los datos del Catastro muestran aumentos relativos significativos en Oroso (93,7 %), Padrón (86,1 %) y Vedra (82,2 %). Le siguen, por mayor subida, Val do Dubra (77,6 %), A Baña (67,3 %), Brión (65,7 %), O Pino (63,2 %) y Teo (62,1 %). Por el otro lado, los ayuntamientos de Touro (19,9 %), Arzúa (18,9 %), Santa Comba (17,4 %), Toques (14,6 %), Dodro (6,6 %) y Rois (3,1 %) cierran la lista de municipios de Compostela y comarca con menores subidas del IBI entre los años 2008 y 2018.
En el medio del ránking se sitúan Ordes (40,2%), Melide (35 %), Trazo (30,7 %) y Compostela, con un incremento del 31,8 %.
Un recibo medio de 346 euros
La capital gallega tiene el recibo medio más alto con 346,4 euros, seguido de Teo (260,8) y Ames (218,2), lo que se relaciona con los mayores valores catastrales, que son las referencias que se utilizan en la base imponible del impuesto. La cuota más baja se paga en Toques, con 54,2 euros. El impuesto de bienes inmuebles es la gran fuente de financiación de los municipios, supone hasta un tercio de sus ingresos, y a lo largo de los últimos años ha sido un motivo de preocupación para los contribuyentes por sus constantes subidas. Incrementos generalizados, a lo largo y ancho del territorio, y que han coincido con momentos de graves apuros económicos para las familias.
La subida se explica por la confluencia de varios factores; primero, por la actualización de los valores catastrales, trámite que se produce a petición de los propios ayuntamientos. Muchos estaban desactualizados, y con la caída de ingresos por la crisis, los municipios optaron por ponerse al día. El IBI también se ha incrementado por la subida de los tipos impositivos, también una competencia local. Pero en el incremento medio del recibo hay otro factor que juega un papel determinante: el plan de regularización de Hacienda, iniciado en el 2013 y acabado en el 2018, mediante el cual el fisco peinó la comunidad, municipio a municipio, para hacer aflorar bienes ocultos o en situación irregular.
Galpones, piscinas y establos
Naves, galpones, piscinas, establos, añadidos y otro tipo de construcciones que antes no tributaban por no constar a ojos del Catastro y que ahora sí lo hacen. Por ejemplo, Arzúa contaba en el 2008 con 4.520 recibos de IBI. Una década después, la cifra sube hasta 6.268, un aumento que no tiene que ver solo con la presión urbanística sino con la regularización de inmuebles que no constaban a efectos tributarios. Esto es algo que se aprecia, sobre todo, en el medio rural.
La década del 2008 al 2018, sobre todo en los cinco primeros años, se caracterizó además por un desplome de la actividad constructiva, y pese a ello subió el número de recibos de IBI. El indicador para calcular el impuesto es el valor catastral, y el municipio debe actualizarlo cada diez años. Es el valor que se la da al suelo donde está construido el inmueble y también el de la edificación. En él influyen variables que se relacionan con las la propiedad: la antigüedad de la construcción, el precio del material de la edificación, la ubicación del inmueble, el número de metros cuadrados o el estado de conservación son los criterios técnicos que utiliza el Catastro.