El reencuentro

Ignacio Carballo González
Ignacio Carballo LA SEMANA POR DELANTE

SANTIAGO

03 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Para muchos compostelanos, el paseo de ayer fue la primera ocasión de reencuentro con la ciudad después de casi siete semanas de confinamiento, más allá de las apresuradas salidas al supermercado, a la farmacia o ida y vuelta al trabajo sin escalas o con las escalas justas. Para casi todas las personas mayores y dependientes que optaron por salir en sus estrechas franjas horarias habrá sido la primera vez. Para todos, fue la oportunidad inicial de un paseo demorado sin el acecho de los guardianes del confinamiento y sin apenas entretenimientos de ocio, salvo que por puro ocio -sí lo es- entendamos la vida en la calle, todavía escenario con muchos retazos de irrealidad y ese sentimiento de libertad que, como diría Sabina, es un airecillo que despeina nuestros hoy desmelenados flequillos, a la espera de que nos llegue el ansiado turno en la peluquería. Estos días de reencuentro con la ciudad más lejos del horizonte de nuestras ventanas son también de redescubrimiento de nuestro entorno de vida más inmediato, como si de una relación iniciática se tratase para ver con nuevos ojos y valorar en toda su dimensión el privilegio de vivir una de las ciudades más bellas del mundo. ¿No es emocionante el encuentro con la ciudad de piedra, con su armónica monumentalidad, con la inmersión en todos los mundos que se dan cita en el Obradoiro? Siéntanlo. Como lo pudieron sentir los runners y paseantes que, bajo una suave lluvia, llenaron a primera hora de la mañana la Ferradura. No hay que esperar la ola como el denso tráfico de surfistas de Riazor. La onda está ahí desde hace mil años, y el paseo, acto de identificación con la ciudad, la tabla para navegarla. No la dejen pasar.