Que el turismo va a ser un gran sufridor de la crisis es cosa sabida, pero también que si algún sector se merece ser apuntalado con fuerza, ese es, aunque por supuesto no se trata del único. Pero como bien dijo hace dos siglos el teólogo y periodista Blanco White, la dificultad no está en imaginar las alas, sino en moverlas. O sea, en cómo diablos se reactiva el turismo. Esa es una preocupación común a todos los niveles de gestión, públicos y privados, que además no ha suscitado gran roce ni controversia en las alturas, porque el despiste es general.
Por eso cualquier iniciativa debe ser saludada con optimismo. Porque igual de ella no sale ninguna idea salvadora, o igual sí. En ese marco, es de aplaudir que la Diputación de A Coruña no haya dado el fácil paso atrás y haya seguido adelante con su proyecto de echar una mano a los municipios que quieran reactivar el turismo, y de la cartera ha sacado 783.000 euros para que contraten a personal técnico y hacer justamente eso: la promoción de cada territorio y la recepción de quienes vayan a visitarlo. Doce municipios del área de Santiago se van a beneficiar con cantidades muy similares. Y ahí se nota la mano del diputado responsable del área, Xosé Regueira (BNG), que en cuanto se sentó en el sillón dio instrucciones a los funcionarios de que trabajaran con total libertad y nula esclavitud política. Y en las cantidades otorgadas ahora esa honradez queda bien clara: en el BOP figuran concellos gobernados por el PP que se embolsan más dinero que otros gobernados por la izquierda. Criterios objetivos de los que sale ganando este país tan acostumbrado a ver todo maquiavélicamente: los buenos (que son los míos, claro) y los malos.