Fragilidad

Emma Araújo A CONTRALUZ

SANTIAGO

13 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Una práctica relativamente sana, pero inútil, es achacar a causas externas los males que te acechan. En un momento de supuesta reactivación económica y del debate de que la subida salario mínimo traería la quiebra del sistema, llega el coronavirus de China y la sensación de plaga bíblica se propaga casi a la velocidad de la luz, volatilizando cansinos debates políticos y devaneos insustanciales de la agenda rosa.

Recuerdo cuando en el colegio nos contaron aquella historia de que si toda la población de China se ponía de acuerdo para saltar al mismo tiempo el planeta se vería sacudido por un terremoto. El tiempo, que suele poner las cosas en su sitio, nos demuestra la vigencia de esta anécdota escolar y también la fragilidad que nos rodea.

Lo que falta es la reflexión de cómo es posible que surja una pandemia de estas características y hasta que punto este sistema tan globalizado como capitalista se sostiene bajo la frágil premisa de que todo debe fabricarse en el mismo lugar para concentrar esfuerzos y reducir costes. Y en estas estamos, con demasiadas cosas a punto de saltar por los aires y sin saber a quién echarle la culpa.

El bum del turismo asiático en Santiago trajo consigo imágenes impensables de turistas con mascarillas a los que mirábamos con cierta dosis de suficiencia. Y dentro de nada tendremos un nuevo complemento a juego con bolsos y teléfonos móviles, porque el diseño de mascarillas es un mercado que hasta ahora solo despuntaba en Asia. Y así sabremos diferenciar la fragilidad de nuestras economías por los brilli brilli de las mascarillas, porque me da que lo de cambiar quedará para otro virus.