Tomas, el nobel de la sensatez

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez CON BISTURÍ

SANTIAGO

23 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Esta semana Tomas Lindahl, nobel de Química en el año 2015, visitó la ciudad. Gracias al programa ConCiencia esto se ha convertido casi en una rutina. Y aunque se cuentan ya por decenas los que estuvieron en Compostela, un nobel siempre es un nobel.

A veces tiene que venir alguien de su talla para ponernos los pies en la tierra desplegando los argumentos de la sensatez. A sus más de 80 años, Lindahl encandiló a quienes hablaron con él. Lo hizo por su amabilidad. También por su paciencia, la claridad de sus argumentos y su accesibilidad.

Habló del ADN y del cáncer como solo un gran divulgador puede hacerlo, haciendo inteligibles sus palabras al común de la población. Abordó las mutaciones genéticas que producen cáncer y sus causas. Recordó los múltiples estudios que demuestran claramente la relación entre tabaco y cáncer, así como el riesgo de la radiación ultravioleta.

Y se refirió en concreto a la alarma por las carnes rojas u otros alimentos cancerígenos «no podemos ir a los extremos, intentemos llevar hábitos saludables», explicó este sueco afincado en Londres que mientras da una rueda de prensa le guiña un ojo a su mujer, Brenda Marriott. Catador profesional durante años, pasó con naturalidad de hablar de los procesos de recuperación del ADN a probar los albariños de Martín Códax en Cambados, porque su copa de vino al día «no me la quita nadie».

Huyamos de los extremos, intentemos llevar hábitos saludables. Hagámoslo en todos los ámbitos de la vida. Lo dice un Nobel.