La vida

Tamara Montero
Tamara Montero CUATRO VERDADES

SANTIAGO

23 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay días en los que la vida arranca cuando la oscuridad se impone. Y ese susurro invisible que te acompaña a todas horas por fin se calla. Hay días en los que la vida arranca cuando llega la noche. La lluvia, fuera, no da tregua. Nunca para. Y la riada de pensamientos que te inunda por dentro a todas horas, de repente, se seca. Se apaga. Sube el telón y se ilumina la pantalla. En el móvil, la entrada. El paraguas al suelo. La sonrisa en la cara. Encuentras tu sitio. Te sacas la chaqueta mojada. Te acomodas en la silla, detienes tu vida. Y otra vida estalla. Al otro lado del objetivo, mil historias que te alejan de los problemas. De todas tus cargas. Y quizá sea ciencia ficción francesa y los planos de la Binoche se mezclan con los de Robert Pattinson. Una distopía futurista en la que los condenados son lanzados al espacio. ¿Con qué objetivo? En el fondo, ninguno. Seguir vivos. O acabar muriendo. Rendidos a la naturaleza humana.

Puede que la vida explote en una llamada desesperada. Y la tensión pueda mantenerse durante una hora y media con un hombre al teléfono. Solo en una habitación vacía. Mirando una pantalla. Quizá sea el delirio de una noche de verano romana en la que un coche se cae al Tíber y a la gente no le importa. Tarda en girar la cabeza. Argentina ha vencido a la selección italiana. A veces la vida no es nada. La incógnita de pagar una butaca sin saber lo que te vas a encontrar. Bailar al borde del precipicio con la cara vendada. O puede ser que la vida sea eso que se rasga por dentro cuando por primera vez vas a la guerra. Y sacas fuerzas de algún recodo para contarla. A veces, la vida es Cineuropa. Que te regala mil vidas en una sala.