Cambeiro

Serafín Lorenzo A PIE DE OBRA

SANTIAGO

15 may 2018 . Actualizado a las 23:46 h.

En una sentencia muy coreada en este oficio, Kapuscinsky sostiene que para ser un buen periodista, ante todo, hay que ser buena persona. El aforismo, tan irrefutable en lo emocional, anda justo de originalidad. Puede aplicarse con la misma lógica al gremio de los ebanistas, al de los funcionarios de prisiones o al de los reponedores de supermercado. Pero no es, desde luego, una regla matemática. Hay tipos excelentes que pedalean como un periodista más del pelotón y otros a los que jamas les compraría un coche (ni siquiera nuevo) que despuntan y marcan diferencias. Vamos, como en cualquier profesión.

Pero solo unos pocos dejan poso en las redacciones por las que pasan. Ahí entra en juego Xosé Manuel Cambeiro. Superviviente de esta desbocada era tecnológica que amenaza con convertir el oficio en una batería de tuits, Cambeiro cruza estos días la meta de una fecunda trayectoria laboral con sus notas manuscritas en un par de folios y completamente desapegado del monstruo de WhatsApp. Barista de las letras, lega a la hemeroteca decenas de páginas con relatos que pasaron directamente de su magisterio a la carpeta del periodismo estelar, plagado de metáforas pluscuamperfectas. Nadie como él relatará con hechuras de novela negra la fuga de un ternero por las calles de Santiago, que acabó con la res acribillada a tiros en la rúa do Franco. Porque esas cosas de hace 20 años ya no pasan y porque nadie podría contar hoy así un suceso que las redes sociales devorarían al instante.

La jubilación de Cambeiro priva al periodismo de uno de los grandes, pero libera de sacrificios a una persona excepcional. No lo llamen al móvil.