Irma

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor ENTRE LÍNEAS

SANTIAGO

15 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El huracán Irma me dio la oportunidad de conocer a tres turistas latinoamericanas que habían hecho el Camino de Santiago y a las que la suspensión de su vuelo de regreso a La Florida las mantuvo en Compostela tres días más de lo previsto. Eran una venezolana, una salvadoreña y una nicaragüense a las que la vida unió en los Estados Unidos y a las que sus ansias de conocer la patria del Apóstol trajeron a Galicia. Habían visitado la Catedral, como es menester, y la zona monumental, pero aún no habían podido catar las delicias de nuestras tierras y nuestras viñas. Como buen cicerone, tomé control de la situación para que probaran el caldo, los pimientos de Padrón, el queso de tetilla y el de San Simón y alguna que otra vianda. La conversación derivó en el Irma, porque estaban preocupadas por sus casas y por sus familiares. Una contaba que hacía poco que habían instalado ventanas antihuracanes y que esperaba que dieran resultado. Se sentían un poco culpables de estar felices en Santiago mientras allá en el Caribe los suyos andaban tan angustiados. «Ellos allá amenazados y nosotras aquí turisteando», decía la salvadoreña con la indudable gracia del español americano. Fueron solo unas horas, pero estaban contentas de ser recibidas con tanto cariño y nada más aterrizar nos mandaron un mensaje diciendo que habían llegado bien y que, dentro de la catástrofe, sus casas y sus familias estaban enteras. Nos alegramos. Ellas creen que el Apóstol las ha protegido a distancia y todos sabemos que Santiago siempre protege a los que pisan su casa y abrazan su efigie. Y contra eso no puede ni el mismísimo Irma.