Se las prometía (moderadamente) felices Martiño Noriega con la municipalización del mal llamado «servicio» de grúa y ORA. La sentencia inapelable del TSXG que anulaba la concesión a Setex le vino al pelo porque servía en bandeja las condiciones para que el Concello pudiera asumir la gestión directa sin mayores esfuerzos que calibrar costes y compensaciones y así poder salvar, aunque fuese por la mínima, el expediente de una de las propuestas electorales bandera de Compostela Aberta, el del rescate de servicios concesionados. Poco es, pero al menos habría una pieza que exhibir, y además en tiempos electorales. Pero incluso cuando alcanzar una meta parece terreno allanado, el camino se enrevesa y se empina. ¿Por qué? No porque el procedimiento se haya complicado de un día para otro, sino simplemente por las enormes dificultades que demuestra el ejecutivo local para dialogar y llegar a acuerdos con la oposición. Y cuando no se ostenta una mayoría absoluta, eso se convierte en un problema. En un gravísimo problema que da lugar a tentaciones como la búsqueda de atajos cuestionables. ¿Es que en el Concello están todos equivocados menos el gobierno local, incluso los más proclives a las municipalizaciones como el BNG? Si el procedimiento administrativo no solo no supera la prueba del algodón sino que da pie a sospechas de serias carencias porque se pretende llevar adelante sea como sea y contrarreloj, lo normal es que la oposición y los funcionarios que tienen que avalarlo digan ¡alto ahí!. Eso es lo que ha pasado. De momento solo eso, aunque habrá que ver si hay efectos colaterales.