La realidad alimenta la utopía

Manuel García Reigosa
M. G. Reigosa EL PERISCOPIO

SANTIAGO

16 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Para el Obradoiro, la expectativa de los títulos está lejana, muy lejana, aunque el deporte, muy de vez en cuando, nos recuerda que las utopías pueden devenir en realidades. El Manresa tiene una Copa y una Liga en sus vitrinas. El Leicester es el vigente campeón de la Premier League. El Santiago Futsal, entonces Lobelle, ganó una Copa dejando en la cuneta a los que entonces eran los tres mejores equipos del mundo, también los más pudientes: Polaris Cartagena, ElPozo Murcia e Inter. El Compos fue subcampeón de invierno en Primera.

Manel Estiarte, el mejor jugador español de waterpolo de todos los tiempos, suele recordar a la selección de la década de los noventa no tanto por sus títulos cuanto por conseguir, en esos dos lustros, estar siempre en el podio o muy cerca, tanto en mundiales como en eurocopas y olimpiadas.

Para el Obradoiro, encadenar cinco campañas en la Liga Endesa y poner proa hacia la sexta es una conquista. En ese viaje, ya sabe lo que es jugar la Copa del Rey, aunque fuese como anfitrión. También conoce el sabor de un play off. Y el aliento en la nunca de la amenaza del descenso. En esa singladura, la afición ha podido disfrutar cada año en Sar de jugadores como Lasme, Kendall, Hummel, Salah Mejri, Muscala, Kleber, Waczynski...

Y se prepara ya para una nueva travesía. Repite la mitad de la tripulación. Volverán los triples de Corbacho. Y se suben al barco un timonel como McConnell, un gladiador como Llovet, dos jóvenes con hambre de superación como Rosco Allen y Adam Pechacek, un pívot con rango NBA como Whittington y un veterano como Urtasun. Esa es la realidad del Obradoiro, la que le permite soñar con la utopía. Y una de las claves del éxito pasa por manejar esa ecuación sin cambiar el orden de factores.