Vertidos mentales

SANTIAGO

08 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Los puntos de vertido ilegal constituyen una plaga. Aunque la plaga reside en realidad en la cabeza de los moradores de Compostela que consideran que no han firmado ningún contrato de civismo con su ciudad. Incluso estoy convencido de que más de una vez han protestado (de boquilla, que es lo común en Santiago) contra las pretensiones capitalinas de otras ciudades, a la vez que emporcaban su inefable capital. Hubo un regidor, el ya finado Ernesto Viéitez, que hizo de los basureros clandestinos una auténtica cruzada a lo largo del mandato. Le producía ardores presenciar montículos residuales en su feudo. No es de extrañar que en el pasado mandato Juan de la Fuente, edil con Viéitez, se sulfurase con la vecindad guarra que dejaba su firma (anónima) en diferentes vertederos incontrolados. Con el cabreo enrojeciéndole el rostro, duplicó el importe de las multas. Pero la sordera medioambiental pervive en un sector ciudadano, es de esperar que minoritario, y se traduce en denuncias como la efectuada ayer por el grupo popular. Siempre hay voces que piden información y concienciación, pero estas voces llevan décadas sin apagarse y constituyen la campaña más longeva de la historia. Y si Raxoi borra un rastro de neveras y somieres, alguien está arrastrando enseres al mismo lugar, pese a que hay puntos legales para depositarlos. Uno no quiere pecar de pesimista o escéptico, pero la experiencia le dicta que, solo con que haya un despiste de unos días en los basureros localizados ayer, el incivismo volverá a alimentarlos para que no se mueran.