Orgullo Obra

Ignacio Carballo González
Ignacio Carballo LA SEMANA POR DELANTE

SANTIAGO

15 may 2016 . Actualizado a las 01:53 h.

La permanencia del Obradoiro entre los grandes del baloncesto español, sentenciada felizmente anoche -¡por fin!- en las alturas pirenaicas, supera con amplitud los réditos efímeros de los éxitos deportivos, notables pero intrascendentes a la larga, para consolidarse como catalizador de orgullo de ciudad. En este Santiago tan poco dado a sacar a pasear esos entusiasmos que hacen crecer la identidad colectiva, la simbiosis con un entorno vital no solo favorable para el buen vivir sino motivo de admiración en todo el mundo debería ser una marca de nacimiento que se exhibiera con noble altivez. Pero ni siquiera en aquella época de esplendoroso renacimiento compostelano Xerardo Estévez consiguió remover ese sentimiento, pese a que diagnosticó atinadamente el síndrome y se esforzó en combatirlo. Mientras otras ciudades no necesitan demasiados incentivos para movilizar el abrazo entusiasta de sus vecinos, en la capital se hace de rogar tal demostración efusiva, explícita, de cariño. El Multiusos de Sar es uno de esos pocos escenarios donde estallan los sentimientos de esta ciudad milenaria que por crecer en reciente aluvión es todavía joven. Quizá por eso, necesita experiencias fuertes para manifestarse y el deporte de élite lo es. Aquel efímero Compos de Primera lo fue, y lo es más el Obra actual sobre la base de una tradicional pasión por el juego de la canasta. Es como si la olla a presión de Sar concentrase buena parte de la capacidad de identificación de los compostelanos con sus símbolos, y esta estalla hasta el punto de llevar en volandas a su equipo al triunfo. Y con él, también a su ciudad.