Parlamento Xove

Cristóbal Ramírez

SANTIAGO

19 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Yel Parlamento se llenó de jóvenes dispuestos a debatir sobre algo de tanta actualidad como si el machismo adolescente pervive, agoniza, muere, goza de buena salud o qué. Sucedió el sábado, con los policías de servicio afanándose en comprobar identidades, trabajo extra en una mañana sabatina aburrida como ella sola.

La ciudad no vibró. Para ser exactos, le dio exactamente igual. Quizás porque en ese tramo final del Parlamento Xove no se sentía representada: sus últimos dos equipos, ambos de La Salle (uno de ESO, otro de bachillerato) habían sido eliminados en cuartos de final, aunque hay que destacar el buen saber perder de profesores y alumnos, que durmieron en sus casas y se plantaron a la mañana siguiente en el Parlamento para aplaudir a sus adversarios.

Pero la moneda tiene dos caras: que la ciudad no vibrara es también una buena noticia. La de la normalidad. La de que va asumiendo actividades formativas de este estilo como algo habitual en la vida democrática. Cuando La Voz de la Escuela organizó una visita al Parlamento, estaba esperando para recibirla su mismísimo presidente, Juan José Rosón. Entonces era extraordinario.

La entrega de premios estuvo presidida por la vicepresidenta, el conselleiro de Política Social, la responsable de Xuventude de la Xunta (dirección xeral que organiza desde hace siete años el Parlamento Xove) y dos diputados. Pero esos cargos, ni sumando los alumnos de doce institutos, profesores, padres y amigos, fueron objeto ni de una mirada de los viandantes cuando entraron en el recinto parlamentario.

La ciudad no vibró. Bendita normalidad.