Monjas

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor ENTRE LÍNEAS

SANTIAGO

04 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La investigación abierta por un juzgado de Santiago tras una denuncia que asegura que en el convento de clausura de las Mercedarias había monjas indias retenidas en contra de su voluntad ha hecho brotar ríos de tinta. A menudo, de fuentes más cenagosas que límpidas. En algunos foros se ha obviado de primeras el abecé del periodismo de tribunales, que es colocar el preceptivo presunto antes de enumerar los delitos por los que se investiga o acusa a una persona. En esos templos de la mentira, de golpe y porrazo, la madre superiora ha sido presentada y condenada como alguien que esclavizaba y tenía secuestradas a tres religiosas que llegaron a Compostela hace entre 15 y 17 años. Así, a la brava, se puede en según que sitios violar la presunción de inocencia de una persona y seguir respirando tan tranquilos. Sin sofocos. Sin ni tan siquiera hacerse dos o tres preguntas. Como en todo asunto judicial, aquí hay una denuncia y versiones contrarias de los hechos. La obligación es contarlo todo. Lo que dice quien acusa y lo que dice también quien es acusado. Es comprensible que haya muchos que consideren que una monja de clausura es una pobrecita desgraciada que pierde su tiempo y su vida. Es una opinión. Pero frecuentemente quienes así piensan tienden a creer que un monje budista del Nepal es, por contra, un tipo genial con una vida plena y alternativa. Cuando en realidad, salvando creencias y dogmas, son lo mismo: ascetas. Veremos cómo evoluciona un caso en el que, y no es baladí, las supuestas víctimas no denuncian. Pero, pase lo que pase, la Iglesia en su totalidad no es responsable de las faltas individuales de cada uno de sus miembros.