
La defensa solicitará la nulidad de los vídeos en los que se le ve robando dinero de la catedral y denunciará que las escuchas y los registros no se ajustaron al derecho
18 ene 2015 . Actualizado a las 14:16 h.Todo o nada. La apuesta de la abogada defensora del ladrón del Códice Calixtino será arriesgada. Lo fiará casi todo, por no decir todo, a que el tribunal que juzgará a partir de mañana a Manuel Fernández Castiñeiras declare nulas las abundantes y contundentes pruebas de cargo que obran en el sumario contra el exelectricista de la catedral de Santiago. Si el envite le sale mal tendrá graves consecuencias para su patrocinado, que se juega en este proceso entre 15 y 31 años de cárcel por cuatro delitos distintos. La cifra más baja es la que solicita el fiscal del caso, Antonio Roma -experto en cuestiones de patrimonio-, mientras que la más elevada es la que reclama la acusación particular, que ejerce la Iglesia.
Carmen Ventoso Blanco es la letrada que representa a Fernández Castiñeiras. Tiene despacho en Vilagarcía y entre sus clientes figuran no pocos narcotraficantes arousanos. Desde que se hizo cargo del caso -el ladrón del Códice tuvo antes otra abogada- ha recurrido todo lo recurrible y lo que no lo era. Una actitud que ha ralentizado al extremo el proceso y que anticipaba cuál va a ser su estrategia a partir de mañana: solicitar la nulidad de todo aquello que podría servir para probar la culpabilidad de su patrocinado.
Al ladrón del Códice el fiscal le acusa de cuatro delitos diferentes. Robo con fuerza del libro medieval, robo con fuerza de 2,3 millones de euros de la catedral de Santiago entre el año 2000 y el 2011, blanqueo de capitales por tener ese dinero supuestamente ilícito sin declarar, y delito contra la intimidad por haberse hecho con cartas y documentos propiedad de canónigos de la catedral compostelana.
Fernández Castiñeiras no tiene fácil defensa. En los registros que practicó la policía en sus propiedades hallaron cerca de 1,7 millones de euros y 30.106 dólares americanos. Solo en el piso de O Milladoiro (Ames) en el que vivía junto a su esposa había una maleta con casi 600.000 euros. Estaba en el patio de luces, pegada a la pared y bajo una ventana, por lo que los agentes no la encontraron a la primera.
El propio Códice Calixtino fue rescatado en el registro de un garaje que el acusado tenía alquilado también en O Milladoiro y que utilizaba como trastero. El estar en posesión del libro y del dinero supone una prueba directa de que Fernández Castiñeiras cometió presuntamente los robos en la catedral, a lo que hay que sumar que también existen numerosos vídeos de las cámaras de seguridad del templo en los que aparece frente a la caja fuerte del templo llevándose lo que parecen fajos de billetes. Hay otra grabación en la que se le ve salir de unas dependencias que, por el lugar, la fecha y la hora, podría tratarse del momento en el que se llevó el Calixtino.
Al principio del juicio
¿Cómo hacer frente a tan contundentes pruebas? Anulándolas. La abogada de Manuel Fernández Castiñeiras ya lo ha solicitado por activa y por pasiva durante la instrucción del caso y la sección sexta de la Audiencia Provincial de A Coruña, con sede en Santiago, le ha respondido que el momento para decidir sobre las nulidades de pruebas será en el juicio. A eso y tan solo a eso es a lo que el tribunal dedicará la primera jornada de la vista, la que se celebra mañana.
La letrada arousana sostiene que las entradas y registros que hizo la policía a las propiedades del ladrón del libro se hicieron sin consentimiento del acusado y que, por tanto, existen defectos de forma y vulneraciones de derechos fundamentales o garantías constitucionales que exigen la nulidad de las actuaciones. Si la Audiencia Provincial le diera la razón, significaría que en la vista oral no se podría utilizar como prueba ni el dinero hallado en los pisos ni el Códice encontrado en el garaje.
También considera la abogada de Fernández Castiñeiras que las llaves y la documentación incautadas en estos registros no se identificaron debidamente, lo que ha generado, a su juicio, indefensión de su cliente. El ladrón del Códice tenía en su poder 103 llaves, entre las que estaban las del archivo de la catedral de Santiago, así como de los despachos de la zona de administración y de la propia caja fuerte. Otra evidencia más de que podría haber cometido los robos, porque tenía la posibilidad de entrar y salir a su antojo de todas las dependencias del templo.
Sin pruebas no hay acusación, y eso es lo que pretende la abogada del ladrón del Códice. Si se declara nula la operación policial por la que se hallaron el dinero y el libro, desaparecen las principales evidencias de los robos y del blanqueo de capitales.
También pretende la letrada del acusado que el tribunal declare nulos los numerosos vídeos de las cámaras de seguridad de la catedral en los que se ve a Fernández Castiñeiras hurgando a su antojo en la caja fuerte donde la catedral guardaba el dinero de las limosnas y donaciones y otro en el que se le ve pululando libremente por estancias del templo de acceso restringido.
En el caso de los vídeos de las cámaras de seguridad, la intención de la defensa es demostrar que la catedral no cumplía con los requisitos de la Ley de Protección de Datos cuando instaló y utilizó los dispositivos de grabación de imagen y sonido. La cuestión se resolverá mañana, ya que desde el juzgado hace tiempo que se requirió un informe a la Agencia Española de Protección de Datos para que se pronunciase sobre si había concedido o no autorización al cabildo compostelano.
La batería de petición de nulidades que va a plantear la letrada del ladrón del Códice Calixtino afecta también a otras actuaciones policiales en las que ella observa una conculcación de los derechos fundamentales y de las garantías constitucionales de su cliente. Se trata tanto de las escuchas telefónicas a las que fue sometido Fernández Castiñeiras como de la colocación de micrófonos en el piso en el que vivía.
Escuchas y micrófonos
La policía tardó pocos meses en situar a Fernández Castiñeiras como principal y casi único sospechoso del robo del Códice. El problema al que se enfrentaban es que temían que el libro nunca fuese hallado o lo destruyesen si le detenían. Por eso decidieron esperar, vigilarle y jugar al ratón y al gato con él. De ahí que fuese necesario pinchar su teléfono y colocar micrófonos en su casa. No obstante, nada de esto les dio resultado y no obtuvieron ninguna prueba que les permitiese no ya imputarle el robo del libro, sino lo que en realidad era su prioridad: descubrir la localización y el estado en el que se encontraba esta joya bibliográfica.
Tanto va a centrar en la petición de nulidades su defensa la abogada de Fernández Castiñeiras que la Audiencia Provincial ha decidido dedicar toda la primera jornada del juicio a cuestiones previas. Es decir, a debatir sobre si las pruebas del caso fueron o no obtenidas legalmente.
Como parte de esa estrategia de poner en duda no la veracidad de los hechos relatados por el fiscal, sino cómo se obtuvieron las pruebas que sustentan la acusación contra el ladrón del Códice, la letrada Ventoso Blanco también ha dirigido sus más duros ataques contra el juez que instruyó el caso, José Antonio Vázquez Taín.
Del magistrado ha dicho que dirigió la investigación «cuando menos de forma bastante alegre» y que su intención en el juicio es hacer ver a los jueces del tribunal «lo maravilloso de la instrucción del procedimiento» que para ella «es un manual de todo lo que no se debe de hacer». Para la letrada, la nulidad de las actuaciones es «de una claridad tremenda» y considera que como «la instrucción está plagada de nulidades» no le será complicado hacérselo ver «claramente» al tribunal. Mañana se verá si la Audiencia le da o le quita la razón.