Un alemán en la cima de la NBA

josé m. fernández REDACCIÓN / LA VOZ

SANTIAGO

14 jun 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Un campeón inesperado. Dirk Nowitzki consumó su venganza y la de Dallas al conquistar el título de campeón de la NBA. Cinco temporadas después de que el mismo rival, Miami Heat, privara a los Mavericks de Dallas de su primer título, el ala-pívot alemán dio otra magistral lección de liderazgo en el sexto partido de la final (95-105) para convertir la temporada de LeBron James y de los suyos en otro fiasco.

Liderado por el alemán Nowitzki, con la compañía del veterano Jason Terry y de José Juan Barea, el puertorriqueño de ascendencia leonesa, Mark Cuban, el excéntrico multimillonario dueño de los Mavericks, comienza a justificar la compra del equipo en el año 2000. La corona de King James (26 años) tendrá que esperar.

Cuando Mark Cuba, con una inmensa fortuna amasada al abrigo de una consultoría informática, abonó 285 millones de dólares a Ross Perot júnior, nadie en Dallas pensaba que algún día se sentiría orgulloso de su equipo de baloncesto. Entonces, Nowitzki ya era un Maverick (fue elegido en el draft de 1998 por Bucks, que se lo traspasaron a Dallas), pero el equipo llevaba veinte años sin clasificarse para los play off. En el 2001, Dallas volvió a una fase final de la NBA, espoleado por un Cuban que no eludía las críticas a los árbitros o que era capaz de saltar a la pista en los últimos instantes de un partido, hasta el punto de acumular más de un millón de dólares en multas. En estos play off, el admirador de los Hoosiers de Indiana de Bobby Knight se ha moderado; prometió ser formal y lo ha cumplido. Ayer, tras conquistar el primer título, Cuban mostró su lado más humano al ceder a Donald Carter, fundador del equipo hace 31 años, el honor de recoger de manos de David Stern el trofeo.

Además de Mark Cuban, que convenció hace un año a Nowitzki para que continuara un año más en Dallas a cambio de mantener el núcleo del equipo y reforzarlo en determinadas posiciones, el otro gran triunfador es el jugador alemán. A punto de cumplir los 33 años, Nowitzki ha arrebatado el campeonato, y también el trofeo como jugador más valioso de la final a LeBron James, que carga una temporada más con el cartel de fracaso sobre su espaldas. Como ocurrió en las dos últimas temporadas con Pau Gasol, un europeo asciende al trono de la mejor liga del mundo. La NBA le debía un anillo al alemán después de 13 campañas en el campeonato norteamericano, de haber perdido una final en el 2006 y de 11 temporadas consecutivas en los play off. Siempre con Dallas.

Aunque ha habido otros jugadores europeos que han conquistado el anillo (Rik Smits, Divac, Kukoc o el propio Pau Gasol), ningún otro ha tenido un papel tan decisivo como la mágica muñeca del gigante alemán (2,13). Solo Gasol se acerca a la importancia del alemán, que ha promediado 27,7 puntos y 8 rebotes en los play off (una media de 23 puntos en la NBA).

Diez veces all star y jugador más valioso de la NBA hace cuatro años, el Robin Hood alemán festejó con lágrimas el gran título que le faltaba para tocar la gloria y coronar su palmarés.

En las seis eliminatorias por el título ha tenido media docena de partidos con 30 o más puntos. Antes, además de apear a Portland y a Oklahoma, arrasó a los Lakers (4-0). Y Nowitzky, en el que algunos quisieron ver el heredero de Larry Bird, lo ha hecho bajo la batuta de Rick Carlisle, un técnico que como jugador compartió vestuario y títulos con los Celtics de Bird, Parish o McHale, y en compañía de Jason Kidd, que a sus 38 años también se enfunda el primer anillo.